Page 139 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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· Gastos médicos. El coste de la atención a la salud continúa alcanzando niveles nunca vistos,
con lo cual una internación prolongada en el hospital resulta catastróficamente costosa para la
mayoría. Una cama de hospital cuesta entre 500 y 2.000 dólares por día o más, según se
necesite o no terapia intensiva; son comunes las facturas que exceden los 100.000 dólares por el
tratamiento de una sola enfermedad con riesgo de muerte. La cuarta parte de todos estos gastos
se presenta en el último año de vida, cuando son comunes los costosos esfuerzos por evitar las
enfermedades peligrosas. (Inevitablemente, la última, la que el médico no puede curar, es la más
cara.) A menos que se produzca un giro imprevisto, el ascenso en espiral del seguro de salud
podría eliminar las ganancias de muchas empresas de primera línea antes del año 2000.
· Conciencia social. La investigación médica se ha adelantado mucho a la comprensión de la
persona común. En su mayoría, los estadounidenses no saben describir adecuadamente el papel
del colesterol en el cuerpo, la función de los genes o qué es el sistema inmunológico. Muy pocos
pueden enumerar los principales carcinógenos por orden de peligro (muchos piensan que
cualquier elemento químico puede provocar el cáncer).
Dadas estas horribles tendencias, es muy improbable que estemos entrando en una dorada era de
longevidad acicateada por la medicina. Se ha calculado que la cura de las dolencias cardiacas y el
cáncer aumentaría la expectativa de vida en menos de diez años (la lógica es que, como ambas en-
fermedades atacan principalmente después de los 65 años, quienes mueren de ataques cardiacos o
de cáncer se acercan ya al final de su expectativa de vida y se los priva de pocos años).
Sin embargo, la actual crisis de la medicina tiene un lado positivo: pone de relieve la necesidad de
iniciativa personal. La longevidad sigue siendo un logro individual; la consiguen, sobre todo, aquéllos
con expectativas lo bastante elevadas como para buscarla. Estados Unidos podría convertirse en un
país donde nadie se debilitara hasta la invalidez al envejecer, pero para que -eso ocurra debemos ver
todo el ciclo de la vida humana como una curva ascendente. Por suerte, hoy son pocos los signos
normales del envejecimiento que no han sido desafiados; importantes estudios demuestran que
esperamos demasiado poco del cuerpo anciano, que contiene un gran potencial de mejora a edades
muy avanzadas.
Más viejo no: mejor
En 1958 se inició en Baltimore un proyecto único, en el que ochocientos hombres y mujeres de entre
20 y 103 años se ofrecieron como voluntarios para que se los examinara al envejecer. Todos volvían
cada doce o veinticuatro meses para someterse a una extensa serie de pruebas. El Estudio
Longitudinal del Envejecimiento Baltimore, como es conocido oficialmente, llegó a ser el más famoso
de su especialidad. Su finalidad básica era determinar cómo cambian con el tiempo los diferentes
órganos del cuerpo. Han surgido cientos de descubrimientos individuales y, en general, apoyan ple-
namente el optimismo de la «nueva vejez».
He aquí algunos de los principales descubrimientos:
· Cuando las personas envejecen, su estado físico presenta amplias variaciones entre los
distintos individuos. Al llegar a los 80 o 90 años, las diferencias han llegado a ser tremendas.
· Si bien el desempeño físico siempre se deteriora con el tiempo, medido en un grupo, eso no
siempre vale para cada una de las personas que lo componen. Algunas logran retener la
capacidad pulmonar cuando todas las demás la están perdiendo; hay quienes mejoran el
funcionamiento renal o la cantidad de sangre que el corazón bombea con cada latido. En casi
todos estos casos, la persona ha mantenido el uso del órgano en cuestión. La clave es: «Lo que
no se usa se pierde.»
· La función mental también se mantiene con el uso. Por ejemplo: quien se gana la vida
resolviendo problemas tiende a conservar esa habilidad al envejecer, aunque la función decline
en el grupo en general.
· Los órganos más complejos, como los músculos, son los primeros en deteriorarse. La pérdida
de tejido muscular es el motivo principal por el que muchos no pueden efectuar el mismo trabajo
al envejecer.