Page 136 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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frecuencia apenas detectables, se vinculan con la hipertensión, y de eso podría tratarse en estos
casos. Cualquiera que sea la causa específica, es la enfermedad y no el envejecimiento en sí lo que
parece provocar la declinación en el funcionamiento mental, por tanto tiempo asociado con la
senectud. Aunque el cuadro neurológico aún no es claro, resulta muy realista esperar que podamos
sobrevivir con la memoria y la inteligencia intactos.
El tema del envejecimiento y el cociente intelectual proporciona un ejemplo perfecto de la errónea
interpretación que hace el pensamiento lineal de los complejos cambios traídos por el tiempo. No
basta decir que envejecer es mejor o peor que ser joven. La mente humana se desarrolla con la
experiencia a lo largo de diversas líneas. Los estudios del cerebro ayudan a señalar que los cambios
orgánicos se mantienen a la par de la mente en su viaje de expansión, pero también es importante
confiar en el proceso mismo, comprender que la mente desea expandirse.
Los psicólogos empiezan a verificar que el desarrollo humano se prolonga ya entrada la
ancianidad mediante estados más elevados de conciencia, tales como la sabiduría. Paul Baltes,
eminente investigador alemán, apoya la idea de que cualquier declinación de la estructura física del
cerebro relacionada con la edad es compensada por nuevos logros mentales. Al envejecer el
individuo, ciertos tipos de tarea de la memoria requieren más tiempo. Por ejemplo, cuando Baltes
pidió a sus sujetos que acoplaran palabras y lugares (por ejemplo: automóvil y torre Eiffel, mesa y
Muro de Berlín, llaves y Golden Gate), descubrió que las personas de más edad no lograban la
velocidad de memoria exhibida por los más jóvenes.
«Sin embargo, la situación cambia por completo cuando observamos el tipo de conocimientos que
se transmite de generación en generación por medio de la cultura», escribía Baltes. En una prueba
presentó a sus sujetos una situación hipotética, tal como la siguiente: «¿Qué haría usted si un amigo
llamara por teléfono para anunciarle que va a suicidarse? ¿O si una muchacha de 15 años le dijera
que piensa casarse de inmediato?»
Dice Baltes: «Las respuestas que se nos dan para éstos y otros dilemas presentan amplias
variaciones; con el correr de los años hemos desarrollado una "escala de sabiduría" para clasificar las
respuestas. Tomemos el problema de la quinceañera. Un participante puede responder: "¿Una niña
de 15 años quiere casarse? No, en absoluto, casarse a esa edad sería un auténtico error." Aun
después de más datos sobre posibles circunstancias atenuantes, esta persona continúa insistiendo
en que el problema es sencillo y tiene una sola respuesta: "No es posible que se case."
»Otra respuesta podría reflejar un conocimiento más profundo de la condición humana: "Bueno,
superficialmente éste parece un problema sencillo. En general, no es bueno que una muchacha se
case a los 15 años. Por otra parte, pensar en casarse no es lo mismo que hacerlo. Creo que muchas
niñas piensan eso sin acabar casándose. Además, hay situaciones en que generalmente no tiene
aplicación. Tal vez en este caso la niña tenga una enfermedad mortal o esté completamente sola en
el mundo. Pensándolo mejor, puede que esta muchacha no sea de este país; quizá vive en otra
cultura o en un período histórico en que las niñas se casan a edad temprana."»
En la «escala de sabiduría», Baltes descubrió que las personas ancianas se desempeñaban muy
bien; más de la mitad de las respuestas más sabias provenían de sujetos que superaban los 60 años
de edad. No todos los ancianos son sabios, pero en general se desempeñan mejor que los más
jóvenes, revirtiendo los resultados obtenidos en las pruebas de memoria. Baltes considera que la
sabiduría es un logro de software, que la cultura utiliza para burlar los límites biológicos. Ya
nonagenario, el gran pianista Arthur Rubinstein continuaba dando conciertos; cuando se le preguntó
cómo podía mantener una actividad tan exigente, citó tres sabias estrategias: tocar menos piezas,
practicar cada pieza con más frecuencia y, para compensar la pérdida de velocidad y destreza
manual, retardar el tempo algunos segundos antes de que la música entrara en un pasaje
especialmente rápido (¡de ese modo, la ejecución parece más veloz de lo que en verdad es!).
Estos descubrimientos de Baltes señalan misterios que no se pueden poner a prueba, pues la
sabiduría es más que simple experiencia. Sócrates sostenía que la sabiduría no se puede enseñar,
sino conocer directamente. Aunque se percibe en la atmósfera que rodea a una persona, la
sagacidad no se puede pesar, medir ni definir con facilidad. Jonas Salk decía de la sabiduría: «Es
algo que uno reconoce cuando la ve. Se puede reconocer, se puede experimentar. He definido la
sabiduría como la capacidad de pronunciar fallos que, vistos con el tiempo, parecen prudentes.»
Pero ¿qué es lo que confiere la sabiduría? Puesto que es imposible de enseñar, sólo se adquiere
por educación. Un antiguo dicho indio sostiene: «Éste no es el tipo de conocimiento que se adquiere,