Page 145 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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               cuerpo  y  espíritu.  Todo  cambio  de  estado  mental  se  refleja  en  la  respiración  y  luego  en  el  cuerpo.
               Ciertas  indicaciones  someras,  como  la  postura  y  las  sensaciones  corporales  claras,  se  relacionan
               directamente con nuestro modo de respirar.
                  Los  cambios  de  sentimientos  se  registran  inmediatamente  en  el  ritmo  respiratorio.  El  enojo
               produce aspiraciones superficiales y exhalaciones fuertes, jadeantes. El miedo crea una respiración
               rápida,  superficial  y  dificultosa.  El  pesar,  una  respiración  espasmódica,  entrecortada,  como  la  que
               surge  cuando  sollozamos.  Por  el  contrario,  las  emociones  positivas  como  la  alegría  inducen  a  una
               respiración  más  regular,  pues  se  relaja  la  cavidad  pectoral.  En  los  momentos  en  que  la  mente  se
               detiene, deslumbrada por la belleza o por una revelación, también se detiene la respiración; a eso nos
               referimos al decir que un espectáculo «nos dejó sin aliento». En un plano más sutil, entrar en el si-
               lencio de la meditación profunda retarda el aliento; aquello que los maestros espirituales llaman «el
               embeleso de Dios» (la contemplación directa del Espíritu) se refleja en una respiración escasa o nula.
                  Este fenómeno también funciona a la inversa: alterar los patrones respiratorios también altera las
               emociones. En mis tiempos de joven interno, cuando estaba de turno en la sala de emergencias, se
               me  enseñó  a  calmar  a  los  pacientes  agitados  con  sólo  sentarme  junto a ellos y pedirles que respi-
               raran con lentitud, profunda y regularmente, junto conmigo. Cuando lo grabamos un ritmo respiratorio
               relajado, también el cuerpo se relajaba espontáneamente y las emociones agitadas se calmaban. En
               el gráfico de la página 146 figuran algunos ejemplos de la experiencia común sobre cómo opera el
               vínculo entre respiración, cuerpo y emociones.
                  Cómo se ve, cuando operan el gozo, el amor y la compasión, la respiración es más espontánea y
               relajada  que  nunca.  Los  diversos  sistemas  del  yoga  indio  enseñan  muchos  tipos  de  ejercicios
               respiratorios  sumamente  controlados,  conocidos  con  el  nombre  de  pranayama,  que  sirven  para
               equilibrar la respiración, pero su objetivo real no es provocar una respiración controlada o disciplinada
               en  circunstancias  ordinarias.  Antes  bien,  prestar  atención  al  aliento  es  un  vehículo  para  descargar
               tensiones y permitir que el cuerpo encuentre su propio equilibrio. Una vez equilibrada, la respiración
               yóguica  es  espontánea  y  refinada,  de  modo  que  las  refinadas  emociones  del  amor  y  la  devoción
               pueden   ser  llevadas  a  todo  el  cuerpo  en  todos  los  planos.  Cuando  tus  células  experimentan  la
               plenitud del prana están recibiendo el equivalente físico de estas emociones.
                  Los  dos  ejercicios  siguientes  son  para equilibrar tu respiración. No son verdaderos pranayamas,
               pues  éstos  deben  ser  realizados  juntamente  con  la  meditación  y  las posturas del yoga,* pero si se
               hacen  debidamente   brindarán  la  experiencia  del prana como una sensación luminosa y chispeante
               que corre por el cuerpo. Habitualmente los músculos se tornan notablemente cálidos y relajados. En
               lo  mental,  la  respiración  equilibrada  se  refleja  en  una  sensación  de  calma,  falta  de  tensiones  y
               quietud, según la estática del pensamiento incesante cede paso al silencio.

                                              EJERCICIO 1: RESPIRACIÓN DEL CUERPO

               Siéntate tranquilamente en una silla, escuchando música suave, o al aire libre, escuchando el viento
               entre los árboles. Mientras escuchas deja suavemente que tu atención brote por tus orejas, en tanto
               exhalas  sin  esfuerzo.  Repite  un  minuto;  luego  haz  lo  mismo  con  los  ojos,  dejando  que  tu  atención
               surja hacia afuera con el aliento, lenta y suavemente. Repite esto por las fosas nasales y por la boca;
               luego permanece en silencio, escuchando simplemente la música con todo tu cuerpo.
                  Ahora deja que tu atención se hunda en tu pecho. Siente dónde está el centro del corazón (en el
               sitio donde se unen las costillas y el esternón) y exhala a través de él, dejando que tu atención vaya
               con  el  aliento.  Continúa  suavemente  un  minuto  más;  luego  permanece  callado,  consciente  de  tu
               cuerpo.  Este  ejercicio  requiere  unos  dos  minutos  pero  se puede prolongar repitiendo el ciclo una o
               dos veces.
                  Este  ejercicio  vincula  a  conciencia  la  respiración  con  el  sistema  nervioso,  ayudando  a  favorecer
               una suave integración. Es delicioso hacerlo al aire libre, sentado junto a un curso de agua o bajo un
               árbol,  cuando  el  viento  mece  las  hojas.  Al  sentir  tu  conciencia  cuando  fluye  con  el  aliento
               experimentarás una poderosa sensación de estar en armonía con la naturaleza.

                  * El pranayama constituye una parte importante de los procedimientos ayurvédicos tradicionales que empleo
                  en  la  práctica  de  la  medicina.  El  lector  interesado  puede  consultar  mi  libro  anterior.  La  perfecta  salud
                  (Buenos Aires, Javier Vergara editor, 1991), que detalla el programa completo del ayurveda Maharishi, una
                  renovación de los conocimientos más poderosos contenidos en la antigua ciencia de la vida de la India.
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