Page 37 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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tribus africanas indígenas.
Cuando las poblaciones de Japón, Taiwán o África abandonan su ambiente tradicional para
trasladarse a Estados Unidos, la exposición a la civilización y a su estilo de vida «mejorado» suele
resultar desastrosa. Aumentan vertiginosamente las tasas de ataques cardiacos, cáncer de colon e
hipertensión, que eran una fracción de las nuestras; lo típico es que, hacia la segunda generación, no
quede ventaja alguna. Pero este cambio, ¿se debe sólo a la dieta y al estilo de vida? En apoyo de
esta explicación, los epidemiólogos señalan a los japoneses residentes en Hawai, sitio que se
considera punto cultural intermedio entre Oriente y Occidente, tanto en dieta como en estilo de vida.
Como comen menos grasa que la consumida en el continente norteamericano, pero más de la que se
acostumbra en Japón, los japoneses emigrados a Hawai sufren ataques cardiacos en una proporción
que también ocupa un punto medio entre Japón y Estados Unidos.
Sin embargo, esta explicación, durante mucho tiempo aceptada, perdió firmeza cuando se
examinaron en más detalle algunos de los datos. Tal como señalan el psicólogo Robert Orstein y
David Sobel, autor y coautor respectivamente del libro The Healing Brain («El cerebro curativo»), si
observamos todo el espectro de los inmigrantes japoneses de California, había un subgrupo que
mantuvo bajas proporciones de enfermedades cardiacas, sin correlación con la dieta ni con los
niveles de colesterol en la sangre. Se trataba de hombres que conservaban fuertes lazos con la
cultura japonesa pese a haberse trasladado a América. Las diversas maneras por las que su concien-
cia seguía siendo japonesa (al vivir en un vecindario japonés, educarse con otros niños del mismo
origen, hablar el idioma natal y observar costumbres tradicionales y vínculos sociales) contribuían a
producir corazones saludables, con alto o bajo nivel de colesterol en la sangre.
Lo que mantenía sanos a estos hombres era un vínculo social invisible, pero muy poderoso:
continuaban compartiendo la conciencia del Japón tradicional, lo cual es una forma de mente
prolongada que no puede dejar de tener efectos fisiológicos. En ese mismo sentido, ciertos estudios
hechos sobre trabajadores de la industria del automóvil de Michigan, despedidos en tiempos difíciles,
han demostrado que quienes se sentían enérgicamente apoyados por la familia, los parientes y los
amigos tenían menos tendencia a desarrollar síntomas físicos o mentales. De modo similar, cuando
se preguntó a un grupo de embarazadas si se sentían apoyadas por su familia y sus amigos, se
descubrió que el 91 por ciento de las complicaciones graves del embarazo se presentaban entre
quienes decían llevar una vida llena de tensiones y con poco apoyo social.
El apoyo social es un fenómeno complejo, que cubre todas las interacciones del idioma, las
costumbres, la estructura familiar y las tradiciones sociales que atan a la gente entre sí.
El resultado neto es que la conciencia resulta programada; las ataduras sociales se producen en el
plano de la mente. Percibes que otra persona es como tú y crees que ella te ve de la misma forma. Lo
que compartes es un ser más grande, una psique intervinculada, tan sensible e intrincada como una
psique individual.
Se han escrito cientos de libros sobre el proceso del envejecimiento con la suposición de que
envejecer es algo que te sucede. Sin embargo, ahora vemos que se trata de algo que el
condicionamiento social enseñó a nuestro cuerpo. La diferenciación es de suma importancia. Si el
envejecimiento es algo que te sucede, básicamente eres una víctima; pero si es algo que aprendiste,
estás en situación de desaprender la conducta que te está haciendo envejecer, adoptar nuevas
creencias y dejarte orientar hacia nuevas oportunidades.
Hay un aforismo que el difunto Norman Cousins hizo famoso: «La creencia crea la biología.»
Nunca se dijo nada tan cierto sobre el envejecimiento. Nuestra heredada expectativa de que el
cuerpo se gastará con el tiempo, acompañada por hondas creencias de que estamos destinados a
sufrir, envejecer y morir, crea el fenómeno biológico que denominamos envejecimiento. La vida es
conciencia en acción. Pese a los millares de horas de grabación que programan nuestras reacciones,
continuamos viviendo porque la conciencia halla nuevas maneras de fluir. Siempre está disponible el
lado positivo de la conciencia: su capacidad de curar.