Page 45 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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Vida sexual satisfactoria
Facilidad para hacer y conservar amigos íntimos
* Rutina diaria regular
* Rutina laboral regular
Tomar al menos una semana de vacaciones todos los años
Sentir que se lleva el timón de la vida personal
Disfrutar del tiempo libre y de aficiones satisfactorias
Facilidad para expresar los sentimientos
Optimismo con respecto al futuro
Sentirse seguro en lo financiero, vivir dentro de sus medios
Como se ve, la edad psicológica no se reduce a la frase hecha: «Se tiene la edad que se siente», y
cambiar la edad psicológica involucra factores personales y sociales entrelazados. Entre los factores
importantes hay varios que ya hemos tocado. La importancia de una rutina regular en la vida
cotidiana y en el trabajo se destaca en casi todos los estudios sobre la longevidad. La satisfacción
laboral emerge como el indicador más fiable de que el individuo está en bajo riesgo de sufrir un
ataque cardiaco; en cambio, sentirse insatisfecho con el trabajo torna ese riesgo sumamente alto.
Vivir solo es precario; en cambio, una vida matrimonial feliz señala que se envejecerá con lentitud.
Las combinaciones de estos factores se tornan muy complejas, reflejando la complejidad de la vida
personal. Los gerontólogos han llegado a grandes extremos en el intento de cuantificar algunos de
estos factores con resultados factibles. Por ejemplo: quien haya vivido solo cuatro años tendrá una
edad psicológica algo diferente de quien ha vivido solo ocho años. El valor relativo asignado a la
rutina diaria regular tiene el triple de importancia que una vida sexual satisfactoria; y el optimismo con
respecto al futuro anula, punto por punto, el factor negativo de no tener una afición o un pasatiempo.
Pero cualquier intento de cuantificar la constitución personal de alguien me inspira ciertas
reservas; pese a la exactitud general de estos factores, pasan por alto la esencia de la vida personal,
que es su capacidad de cambiar y transformarse, de tocar muchos acordes, tanto alegres como
tristes, de experimentar súbitas reversiones e iluminaciones abruptas. Cuando pienso en mí mismo,
mi imagen no es una colección fija de atributos: por dentro las cosas siempre cambian, a veces de
manera drástica.
La lista no puede cuantificar cualidades intangibles, tales como la capacidad de brindarse y tener
en cuenta al prójimo. En general, ésta es una limitación de la psicología moderna, que confía
demasiado en números y datos impersonales. Sin embargo, existe un estudio fuera de lo común que
llenó bastante bien ese vacío. Larry Scherwitz, un psicólogo de la Universidad de California, grabó las
conversaciones de casi seiscientos hombres, de los cuales una tercera parte sufría de enfermedades
cardiacas; los demás estaban sanos. Al escuchar las grabaciones, contó el número de veces en que
cada uno utilizaba las palabras «yo», «mí» y «mío». Comparando sus resultados con la frecuencia de
la enfermedad, Scherwitz descubrió que quienes más usaban los pronombres de primera persona
corrían mayor riesgo de tener problemas cardiacos. Por añadidura, tras seguir a los sujetos varios
años, descubrió que, cuanto más acostumbra un hombre a hablar de sí mismo, mayor es la
posibilidad de que sufra una trombosis.
Contar las veces que alguien decía «yo» fue una manera ingeniosa de cuantificar el egocentrismo;
para mí, hay algo muy adecuado en el hecho de que el corazón sufra más cuanto menos se abra a
los otros. Según la conclusión de Scherwitz, el antídoto era ser más generoso: «Escucha con
atención a los otros. Brinda a otros tu tiempo y tu energía; deja que los otros se salgan con la suya;
obra con otros motivos que el de satisfacer tus propias necesidades». Con esas palabras va más allá
de los datos cuantificables, pasando a temas de amor y compasión, muy atractivos a nuestra
sensación intuitiva de que una persona abierta y afectuosa debería envejecer bien.
Hasta ahora, la investigación cuantificada ha demostrado algo muy valioso: la edad biológica
responde a la edad psicológica. Si revisas la lista de influencias psicosociales positivas, las palabras
subjetivas tales como «feliz», «satisfecho» y «optimista» indican el carácter absolutamente personal
de estos factores. Al alimentar tu vida interior, usas el poder de la conciencia para derrotar al
envejecimiento en su fuente misma. Por el contrarió los cambios de conciencia hacia la apatía, la
desesperanza y la insatisfacción empujan el cuerpo hacia una rápida decadencia.