Page 52 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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         conciencia,  para  decirnos  que  ya  no  tenemos  tanto  vigor  ni  tanto  atractivo  sexual  como  en  otros
         tiempos.  Sin  embargo,  estos  aflictivos  instantes  no  son  el  envejecimiento.  Es  durante  la  falta  de
         conciencia, cuando no vemos que ocurra nada, cuando los procesos fisiológicos escapan de nuestro
         control.
            El  no  tener  conciencia  de  un  proceso  corporal  no  significa  que  éste  haya  cesado.  Tu  captación
         consciente  es  igualada  por  la  captación  inconsciente:  la  capacidad  del  cerebro  de  supervisar
         funciones  en  las  que  no  piensas.  El  sistema  nervioso  humano  está  diseñado  de  modo  tal  que  las
         funciones  críticas,  tales  como  la  respiración  y  el  ritmo  cardiaco,  pueden  funcionar  solas  o  ser
         manejadas   voluntariamente.  Ya  he  mencionado  a  Swami  Rama,  el  adepto  indio  que  demostró  un
         dominio tan notable de funciones corporales que se creían totalmente automáticas. En un caso elevó
         la temperatura superficial de un lado de la mano, mientras que el otro lado se enfriaba. La variación
         fue de 2 °C por minuto, hasta que un costado de la mano estuvo rojo de calor y el otro, gris de frío; la
         diferencia total de temperatura fue aproximadamente de cinco grados y medio.
            ¿Qué   poder  era  el  que  se  exhibía  allí?  La  tradición  espiritual  india  tiene  una  rama  de  práctica
         esotérica llamada Tantra, que enseña complejos ejercicios para dominar las reacciones involuntarias.
         El budismo tibetano contiene enseñanzas similares; los monjes jóvenes deben demostrar su dominio
         del  cuerpo  sentándose  en  un  lago  congelado  para  derretir  el  hielo  de  alrededor  con  el  calor  que
         generan en estado de intensa meditación. Los nativos norteamericanos, los sufies y todas las culturas
         chamanistas   del  mundo  contienen  prácticas  semejantes;  sin  embargo,  por  muy  esotéricos  que  se
         tornen estos ejercicios, el poder que se convoca no es místico: es el mismo poder de la conciencia
         que usas cuando decides pasar a voluntaria la respiración, el parpadeo, el equilibrio o cualquier otra
         función autónoma.
            Este cambio se produce en tu conciencia sin que debas pensar en él; por lo tanto, pasamos por
         alto el implícito poder que expresa. De hecho, en cuanto prestas atención a una función cualquiera se
         produce una transformación. Por ejemplo: si alguien te pone en la mano una pesa de dos kilos y la
         levanta  cien  veces  por  ti,  tu  brazo  no  aumentará  en  absoluto  su  fuerza  muscular.  En  cambio,  si
         realizas voluntariamente el mismo acto, el córtex motor de tu cerebro envía señales muy distintas. No
         sólo  tus  bíceps,  sino  también  el  corazón  y  los  tejidos  de  los  pulmones  recibirán  un  incremento  de
         estímulo,  así  como  las  zonas  específicas  de  tu  cerebro  que  controlan  la  coordinación  motriz.  Los
         movimientos pasivos de tu brazo son análogos a la conducta inconsciente e involuntaria. La segunda
         forma de actividad hace participar el intrincado proceso llamado aprendizaje, que está en la raíz del
         crecimiento,  lo  opuesto  al  envejecimiento.  Por  ende,  cada  vez  que  ejercitas  el  bíceps  estás
         enseñándole a ser más fuerte; cerebro, pulmones, corazón, glándulas endocrinas y hasta el sistema
         inmunológico   se  adaptan  a  una  nueva  modalidad  de  funcionamiento.  A  la  inversa,  si  mueves  el
         cuerpo   sin  conciencia,  la  pasividad  toma  el  lugar  del  aprendizaje.  Bíceps,  corazón,  pulmones,
         glándulas endocrinas y sistema inmunológico acaban por perder funcionamiento en vez de ganarlo.
            Cuando comienzas a ejercer el control sobre cualquier proceso corporal, el efecto es sagrado. El
         sistema mente-cuerpo reacciona a cualquier estímulo como ante un acontecimiento global; es decir:
         estimular  una  célula  es  estimularlas  a  todas.  Existe  un  paralelo  en  términos  cuánticos,  puesto  que
         una reacción en cualquier punto del espacio-tiempo, incluidos pasado, presente y futuro, provoca un
         cambio   en  todo  el  campo  cuántico.  Como  lo  expresó  un  laureado  con  el  premio  Nobel:  «Si  haces
         cosquillas al campo por aquí, ríe por allá.» Ahora se juzga crucial para entender el envejecimiento el
         hecho de que la conciencia se comporte como un campo.
            En una escala más amplia, Walter M. Boritz, experimentado médico de Stanford que se especializa
         en  envejecimiento,  ha  acuñado  el  término  «síndrome  de  desuso»  para  describir  el modo en que la
         falta  de  atención  a  las  necesidades  básicas  del  cuerpo, especialmente a la necesidad de actividad
         física,  puede  destruir  la  salud  y  llevar  a  un  rápido  envejecimiento  prematuro.  Según  un  conocido
         principio de la fisiología, cualquier parte del cuerpo que caiga en desuso comenzará a atrofiarse y se
         marchitará.
            Boritz dio un paso más, descubriendo que este efecto se extendía a todo el cuerpo y más allá del
         sistema  cardiovascular.  Cuando  una  persona  decide  abandonar  la  actividad  física,  esencialmente
         está  invitando  a  toda  su  fisiología  a  atrofiarse.  Como  resultado  aparece  una  constelación  de
         problemas: 1) corazón, arterias y otras partes del sistema cardiovascular se tornan más vulnerables;
         2) el esqueleto y los músculos; e vuelven más frágiles; 3) la obesidad se convierte en alto riesgo; 4)
         se  instala  la  depresión,  y  5)  las  señales  de  envejecimiento  prematuro  indican  que  el  cuerpo  es
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