Page 55 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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presión sanguínea).También son muy comunes los sedantes, junto con las aspirinas y otros
calmantes tomados para la artritis.
Además de abusar de estas drogas al tomarlas con demasiada frecuencia, suele ocurrir que los
ancianos no hacen controlar regularmente la dosis por un médico; muchos tienden a olvidarse de
interrumpir una medicación y de saber para qué trastorno sirve cada droga. En Estados Unidos son
numerosos los ancianos que beben, y la combinación de drogas con alcohol casi siempre es
peligrosa. Por ende, es preciso revisar a fondo la medicación que toma una persona ante el primer
síntoma físico o mental de abuso o mal uso.
En el caso de Perry, yo también sospechaba que había un alto nivel de depresión oculto: alguien
que se pasa el día viendo televisión y no presta atención a su esposa cuando entra bien puede estar
leve o clínicamente deprimido. La típica imagen del anciano sentado en un rincón, silencioso, que
antes aceptábamos como normal, se debía probablemente a la depresión. El tornarse callado o
retraído, apático, ansioso e infantilmente indefenso son señales comunes de ese estado. La fatiga
crónica es con frecuencia consecuencia física de la depresión en un 50 por ciento de los casos.
Ciertas depresiones graves (llamadas depresiones involutivas) afectan específicamente a la gente de
más edad por razones que aún se desconocen. Sin embargo, muchos casos de depresión se pueden
vincular directamente con los problemas sociales y personales. La persona que se siente inútil,
descartada, no querida o molesta para su familia no puede sino caer en la depresión.
En estos casos, la solución última no es la medicina, sino un cambio personal. Ellen Langer,
psicóloga de Harvard, ha demostrado que los internados en institutos geriátricos mejoran
notablemente al introducir simples alteraciones en su existencia: se les da un tiesto con una planta
que atender. se les permite decidir sus propios menús y limpiar sus habitaciones. En vez de ser
personas pasivas, solitarias y dependientes, que desempeñan el papel de viejos de asilo, estas
personas recuperan la sensación de utilidad y de valer.
En el caso de Perry, el último factor oculto podía ser la deshidratación, que comienza a afectar al
juicio antes de que la persona detecte problema alguno. El no beber agua suficiente todos los días es
uno de los males más comunes en la vejez y, aunque se ha divulgado muy poco, la deshidratación
crónica es una importante causa de envejecimiento evitable. Algunas autoridades llegan a contar la
deshidratación entre las principales causas de muerte entre los ancianos. Es, por cierto, una
complicación evitable que conduce a muchos problemas.
Cuando los fluidos del cuerpo caen por debajo de cierto nivel, la fisiología empieza a entrar en un
estado tóxico; se pierde el vital equilibrio electrolítico y, con el tiempo, también el de la química
cerebral. Esto puede resultar en una horda de dificultades, desde el deterioro de los riñones hasta el
ataque cardiaco, pasando por desmayos, mareos, letargo y la demencia senil declarada. Cuando una
persona pierde la capacidad de atención y comienza a olvidarse de beber agua, se establece un
círculo vicioso. Lo mismo se puede decir de casi todas las causas de falsa senilidad: cuanto más
tiempo pasan sin ser atendidas, más difícil se hace para la persona ver el problema.
Pero, aunque Perry no se interesara, su esposa estaba preocupada y prometió recordarle esas
cosas. Algunas serían más fáciles que otras: como ella se encargaba de cocinar, podía poner más
cuidado en la dieta de su marido (agregar una píldora de vitaminas múltiples no hace daño y en
ocasiones ayuda); se ocuparía de que bebiera más agua y tomara sus medicamentos correctamente.
Esa atención adicional también podía ayudar a levantarle el ánimo, pero lo que más me preocupaba
eran el alcohol y la depresión. A mi modo de ver, Perry caminaba por la cuerda floja. La imagen que
tenía de sí se resumía en dos palabras inquietantes: «Soy viejo.» Costaría imaginar una frase más
invalidante, más apta para conducir a alguien hacia la huida del alcohol o el callejón sin salida de la
depresión.
El envejecimiento, en conjunto, es un círculo vicioso. Cuando alguien considera natural vivir
retraído, aislado e inútil después de cierta edad, crea las condiciones mismas que justifican sus
creencias. Nuestros supuestos más profundos son los que activan los cambios físicos. Por ende,
sería ingenuo pensar que se puede evitar el envejecimiento con una simple lista de causas evitables.
¿De qué sirve decir a un hombre como Perry que deje la bebida si se siente desesperado? El hecho
mismo de envejecer es un pantano de sentimientos ocultos que a la mayoría le resulta demasiado
difícil enfrentar; en todo caso, beber es un anestésico misericordioso, comparado con el hecho de
vivir atemorizado y sin esperanzas. Es mucho más fácil seguir la programación interna que abrirse
paso por territorios nuevos. Pero, con el tiempo, nuestra programación oculta nos va dejando sin