Page 83 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
P. 83
83
cronobiólogos han elaborado un horario para la eficiencia óptima.
La atención aumenta notablemente.
La memoria de corto plazo está en su punto máximo.
Mañana Disminuye la sensibilidad a los alérgenos.
Las hormonas sexuales llegan al máximo.
Máximo de la temperatura corporal, atención aumentada.
Mediodía El humor está en su mejor momento.
La vista es más aguda.
La destreza manual llega a su punto máximo.
Tarde La flexibilidad está en su punto más alto.
La memoria a largo plazo está en su mejor momento.
Mejor momento para tareas fáciles y repetitivas.
Últimas horas de Mejor momento para el ejercicio físico.
la tarde Anochecer El gusto y el olfato cobran su mayor agudeza.
Peor momento para las alergias.
Peor momento para consumir una comida abundante si se
Desde el anochecer quiere bajar de peso.
a la medianoche
El metabolismo está en su punto más bajo.
La atención está muy baja entre las tres y las seis de la mañana.
Medianoche al amanecer Período de mayor propensión a accidentes.
Período más común para dar a luz.
Se puede discutir que sea o no aconsejable tratar de vivir según estos horarios exactos. El hecho
de que el cuerpo librado a su voluntad despierte y duerma naturalmente en un ciclo de veinticinco
horas (conocido como ritmo circadiano) no nos impide despertar y dormir según un ciclo de veinti-
cuatro horas sin sufrir daño alguno. Por otra parte, los estudios realizados en trabajadores nocturnos
han demostrado que el cuerpo nunca se adapta por completo a la inversión del ciclo de vigilia y
sueño. Los trabajadores nocturnos sufren una mayor incidencia de resfriados y depresiones que los
diurnos y tienden a tener el sistema inmunológico crónicamente debilitado.
La importancia fundamental de los biorritmos, según creo, es que proporcionan la base para el
estado de no-cambio dinámico. Utilicé antes esta frase para designar el equilibrio de opuestos que se
debe mantener a fin de que el cuerpo se resista al desorden. Es necesario que pensemos, sintamos y
nos movamos en ciclos equilibrados. Si decides correr un maratón y tu cuerpo insiste en mantener
sus niveles «normales» de funcionamiento, te derrumbarás muy pronto. Para que puedas correr es
necesario un ritmo cardiaco acelerado, mayor temperatura corporal y una presión sanguínea elevada.
En términos médicos, el corredor debe sufrir una fiebre leve, taquicardia e hipertensión, pero todo
esto es perfectamente normal cuando se corre, suponiendo que se mantenga dentro de límites
saludables y todo vuelva a su punto de equilibrio cuando el corredor quede nuevamente en reposo.
Nos vemos llevados y traídos por una marea de equilibrio y desequilibrio que va y viene. A cada
segundo se perturban decenas de funciones corporales, lo cual significa que cualquier definición fija
de salud pierde sentido; sería como pretender definir una sinfonía deteniendo a la orquesta en un
acorde. El alimento, el agua y el aire fluyen a través de nosotros en patrones rítmicos determinados
por decenas de variantes, y los residuos de la experiencia se acumulan como cambiantes dunas de
arena. La estructura y el movimiento, lo fijo y lo cambiante cuentan por igual. Tu médico puede decirte
que tienes un pulso en reposo de 80, una presión sanguínea de 120/70 y una temperatura corporal de
37 °C, todo lo cual se considera normal. Sin embargo, esta evaluación es sólo por conveniencia.
Tales medidas sólo valen para el momento del día en que se las efectúa, pues cada una danza
alrededor de su punto de equilibrio, creando la música del cuerpo viviente.
Cuando la música muere
El envejecimiento se caracteriza por la pérdida de muchos puntos de equilibrio fundamentales para el
cuerpo. Los ancianos suelen notar que su temperatura corporal se recobra más lentamente de los