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PLANIFICACIÓN Y DEMOCRACIA

               por el cual una democracia que se embarca en la planificación cede progre-
               sivamente sus facultades. El expediente de la delegación no puede, en reali-
               dad, eliminar las causas de la impotencia de la democracia, que tanto impa-
               cienta a los abogados de la planificación general. La delegación de facultades
               particulares en organismos autónomos crea un nuevo obstáculo para la
               consecución de un plan unitario coordinado.Aun si,por este expediente,una
               democracia lograse planificar todos los sectores de la actividad económica,toda-
               vía se vería frente al problema de integrar estos planes separados en un todo
               unitario. Muchos planes separados no forman un todo planificado —como,
               de hecho, los planificadores tienen que ser los primeros en admitir—, y el
               resultado aún sería peor que la falta de un plan. Pero los cuerpos legislativos
               democráticos dudarán mucho antes de ceder la facultad de decisión sobre los
               puntos de interés vital, y en tanto no la cedan harán imposible a cualquiera
               la consecución de un plan general. Sin embargo, el acuerdo sobre la necesi-
               dad de la planificación, junto con la incapacidad de las asambleas democráti-
               cas para producir un plan, provocará demandas cada vez más fuertes a fin de
               que se otorguen al gobierno o a algún individuo en particular poderes para
               actuar bajo su propia responsabilidad. Cada vez se extiende más la creencia
               en que,para que las cosas marchen,las autoridades responsables han de verse
               libres de las trabas del procedimiento democrático.
                  El clamor, no infrecuente en Inglaterra, en pro de un dictador económico
               es una etapa característica del movimiento hacia la planificación.Han trans-
               currido ya varios años desde que uno de los más agudos investigadores extran-
               jeros sobre Inglaterra,el difunto Élie Halévy,sugería:«Si se hiciera una compo-
               sición fotográfica que incluyese a Lord Eustace Percy, Sir Oswald Mosley y
               Sir Stafford Cripps, creo que se hallaría en ellos un rasgo común, que se les
               encontraría a todos de acuerdo en decir: “Vivimos en un caos económico y
               no podemos salir de él sin alguna forma de dirección dictatorial”.» El número
                                                                      6


                  6. Élie Halévy,«Socialism and the Problems of Democratic Parliamentarism»,International Affairs,
               vol. 13, julio de 1934, p. 501. [El artículo fue un mensaje dado el 24 de abril de 1934, en Chatham
               House, que desde 1920 ha sido la base del Royal Institute of International Affairs.El historiador fran-
               cés Élie Halévy (1870-1937) fue autor de The Growth of Philosophical Radicalism, que hacía la histo-
               ria del utilitarismo británico, y The Era of Tyrannies, del que Hayek tomó la cita inicial con la que
               empieza el capítulo 3. El estadista inglés Lord Eustace Percy (1887-1958) escribió libros tales como

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