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CAMINO DE SERVIDUMBRE

                  nos sugiere corrientemente que cediendo la libertad en los aspectos que son,
                  o deben ser, menos importantes de nuestras vidas, obtendremos mayor li-
                  bertad para la prosecución de los valores supremos.Por esta razón,las gentes
                  que aborrecen la idea de una dictadura política claman a menudo por un dic-
                  tador en el campo económico.
                     Los argumentos usados apelan a nuestros mejores instintos y a menudo
                  atraen a las mentes más finas. Si la planificación nos liberase realmente de
                  los cuidados menos importantes y con ello facilitara nuestra vida material y
                  elevara la espiritual,¿quién querría empequeñecer este ideal? Si nuestras acti-
                  vidades económicas realmente concernieran sólo a los aspectos inferiores o
                  incluso más sórdidos de la vida, sin duda tendríamos que empeñarnos a toda
                  costa en la busca de un medio que nos relevara de la excesiva atención a los
                  fines materiales y,entregados éstos al cuidado de alguna pieza de la máquina
                  utilitaria,dejase libres nuestras mentes para las cosas más elevadas de la vida.
                     Por desgracia, la seguridad con que la gente cree que el poder ejercido
                  sobre la vida económica es tan sólo un poder sobre materias de secundaria
                  importancia, a lo cual se debe la ligereza con que se recibe la amenaza contra
                  la libertad de nuestros actos económicos, carece completamente de funda-
                  mento.Es en gran parte una consecuencia de la errónea convicción de la exis-
                  tencia de fines estrictamente económicos separados de los restantes fines de
                  la vida. Pero, aparte del caso patológico del avaro, no hay tal cosa. Los fines
                  últimos de las actividades de los seres razonables nunca son económicos.
                  Estrictamente hablando, no hay «móvil económico», sino tan sólo factores
                  económicos que condicionan nuestros afanes por otros fines. Lo que en el
                  lenguaje ordinario se llama equívocamente el «móvil económico», sólo
                  significa el deseo de una oportunidad general,el deseo de adquirir poder para
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                  el logro de fines no especificados. Si nos afanamos por el dinero, es porque

                     3. Cf. L. Robbins: The Economic Causes of War (Londres: J. Cape, 1939), Apéndice. [El econo-
                  mista británico Lionel Robbins (1898—1984) era amigo íntimo y colega de Hayek en la London School
                  of Economics. En su apéndice, Robbins trata del significado del término «causación económica», y
                  concluye,«Las causas de guerra deben ser consideradas económicas si el objetivo es meramente instru-
                  mental para garantizar para alguna persona o personas un mayor control sobre los recursos en gene-
                  ral... Y deben ser consideradas como no económicas si el objetivo no es instrumental para ninguna
                  otra cosa —si es que,en definitiva,es un fin en sí mismo más que medio para cierto número de fines.»
                  Op. cit., p. 118. —Ed.]

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