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CONTROL ECONÓMICO Y TOTALITARISMO
nos ofrece las más amplias posibilidades de elección en el goce de los frutos
de nuestros esfuerzos. Como en la sociedad moderna sentimos a través de
la limitación de nuestros ingresos en dinero las restricciones que nuestra
relativa pobreza nos impone todavía, muchos han llegado a odiar al dinero,
símbolo de estas restricciones. Pero esto es confundir la causa con el medio
a través del cual se hace sentir una fuerza. Sería mucho más acertado decir
que el dinero es uno de los mayores instrumentos de libertad que jamás haya
inventado el hombre. Es el dinero lo que en la sociedad existente abre un
asombroso campo de elección al pobre, un campo mayor que el que no hace
muchas generaciones le estaba abierto al rico. Comprenderíamos mejor la
significación de este servicio del dinero si considerásemos lo que realmente
supondría que, como muchos socialistas característicamente proponen, el
«móvil pecuniario» fuera largamente desplazado por «incentivos no econó-
micos». Si todas las remuneraciones, en lugar de ser ofrecidas en dinero, se
ofrecieran bajo la forma de privilegios o distinciones públicas, situaciones
de poder sobre otros hombres, o mejor alojamiento o mejor alimentación,
oportunidades para viajar o para educarse, ello no significaría sino que al
perceptor no le estaba ya permitido elegir, y que quien fijase la remunera-
ción determinaba no sólo su cuantía, sino también la forma particular en
que había de disfrutarse.
* * *
Una vez que comprendemos que no hay móviles económicos separados
y que una ganancia o una pérdida económica es simplemente una ganancia
o una pérdida que no nos impide decidir cuáles de nuestras necesidades o
deseos han de ser afectados, es más fácil ver el importante núcleo de verdad
que encierra la creencia general en que las cuestiones económicas sólo afec-
tan a los fines menos importantes de la vida, y comprender el desdén en que
a menudo se tienen las consideraciones «simplemente» económicas. En
cierto sentido,esto se justifica por entero en una economía de mercado;pero
sólo en esa economía libre. En tanto podamos disponer libremente de nues-
tros ingresos y de todo lo que poseemos,la pérdida económica sólo nos podrá
privar de los que consideremos como menos importantes entre los deseos
que podíamos satisfacer.Una pérdida «simplemente» económica es de tal suerte
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