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CONTROL ECONÓMICO Y TOTALITARISMO

               la autoridad fija la remuneración para toda una categoría y la selección de
               los candidatos se realiza con arreglo a pruebas objetivas, la fuerza del deseo
               de una ocupación cuenta muy poco. La persona cuyas cualificaciones no son
               del tipo estándar o cuyo temperamento no es de la clase común, no será ya
               capaz de lograr condiciones especiales de un patrono cuyas preferencias se
               ajusten a las especiales necesidades de aquél. La persona que a un trabajo
               rutinario prefiere una jornada irregular o una existencia bohemia, con me-
               nores y quizá inciertos ingresos,no tendrá ya elección.Las condiciones serán,
               sin excepción, lo que en cierta medida son inevitablemente en una organi-
               zación numerosa, o aún peores, porque no permitirán ninguna posibilidad
               de escape. No seremos ya libres para conducirnos racional y eficientemente
               tan sólo donde y cuando nos parezca oportuno, tendremos que ajustarnos
               todos a las normas que la autoridad planificadora deberá fijar para simpli-
               ficar su tarea. Para poder desempeñar esta inmensa tarea tendrá que redu-
               cir la diversidad de las capacidades e inclinaciones humanas a unas cuantas
               categorías de unidades fácilmente intercambiables y deliberadamente des-
               preciará las diferencias personales menores.
                  Aunque el fin declarado de la planificación fuese que el hombre deje de
               ser un simple medio, de hecho —como sería imposible tener en cuenta en
               el plan todas las preferencias y aversiones individuales— el individuo lle-
               garía a ser más que nunca un simple medio, utilizado por la autoridad en
               servicio de abstracciones tales como el «bienestar social» o el «bien común».


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                  Un hecho cuya importancia difícilmente puede exagerarse es que en una
               sociedad en régimen de competencia la mayoría de las cosas pueden obte-
               nerse por un precio; aunque a menudo sea un precio cruelmente alto el que
               deba pagarse. La alternativa no es, sin embargo, la libertad completa de elec-
               ción, sino órdenes y prohibiciones que deben obedecerse y, en último ex-
               tremo, el favor de los poderosos.
                  Significativo de la confusión predominante en estas cuestiones es que
               se haya convertido en un motivo de reproche la posibilidad de lograrse por
               un precio casi todo, en una sociedad competitiva. Cuando las gentes que
               protestan contra el hecho de estar los más altos valores de la vida ligados

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