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CAMINO DE SERVIDUMBRE
Como las reglas de conducta desarrolladas por los individuos son la
fuente de donde la acción política colectiva obtiene sus normas morales,sería
para sorprender que el relajamiento de las reglas de la conducta individual
fuera acompañado por una elevación de los niveles de la acción social.Es evi-
dente que se han producido grandes cambios.Cada generación,por supuesto,
pone más altos que sus predecesoras algunos valores y más bajos otros.¿Cuáles
son los fines que ocupan ahora un lugar más bajo? ¿Cuáles son los valores
que estamos ahora dispuestos a abandonar si entran en conflicto con otros?
¿Qué especies de valores figuran ahora, en la imagen del futuro ofrecida por
los escritores y oradores populares, con menos relieve que lo fueron en los
sueños y esperanzas de nuestros padres?
Cierto que no es el bienestar material, cierto que no es una elevación de
nuestro nivel de vida o la seguridad de una determinada situación en la socie-
dad lo que figura más bajo.¿Hay algún escritor u orador popular que se atreva
a sugerir a las masas un sacrificio en sus aspiraciones materiales para favo-
recer una finalidad espiritual? ¿No se sigue enteramente el camino opuesto?
¿No son valores morales todas las cosas que cada vez con más frecuencia en-
señamos a considerar como «ilusiones del siglo XIX»: libertad e independen-
cia,sinceridad y honestidad intelectual,paz y democracia y respeto por el in-
dividuo qua hombre en lugar de verlo solamente como miembro de un grupo
organizado?
¿Cuáles son los polos fijos que ahora se miran como sacrosantos, que,
ningún reformador osaría tocar, pues son considerados como las fronteras
inmutables que han de respetarse en todo plan para el futuro? No son ya
las libertades del individuo, su libertad de movimiento y, raramente, la de
expresión. Son los niveles de vida protegidos de este o aquel grupo, su
«derecho» a excluir a otros de la facultad de proveer al prójimo con lo que
éste necesita. La discriminación entre miembros y no miembros de los
grupos cerrados,para no hablar de los nacionales de diferentes países,se acepta
cada vez más como cosa natural. Las injusticias infligidas a los individuos
por la acción del Estado, en interés de un grupo, son despreciadas con una
indiferencia difícilmente distinguible de la insensibilidad,y las mayores vio-
laciones de los derechos más elementales del individuo, como las contenidas
en los traslados forzosos de poblaciones, son excusadas cada vez más a me-
nudo incluso por gentes que se supone liberales.
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