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CAMINO DE SERVIDUMBRE

                  el individuo es libre para decidir por sí y para sacrificar sus ventajas persona-
                  les ante la observancia de la regla moral. Fuera de la esfera de la responsabi-
                  lidad individual no hay ni bondad ni maldad, ni oportunidad para el mérito
                  moral,ni lugar para probar las convicciones propias sacrificando a lo que uno
                  considera justo los deseos personales.Sólo cuando somos responsables de nues-
                  tros propios intereses y libres para sacrificarlos, tiene valor moral nuestra
                  decisión. Ni tenemos derecho a ser altruistas a costa de otros, ni tiene mérito
                  alguno ser altruista si no se puede optar. Los miembros de una sociedad a
                  quienes,en todos los aspectos,se les hace hacer el bien,no tienen motivo para
                  alabarse. Como dijo Milton: «Si cada acción, buena o mala, de un hombre
                  maduro estuviese sujeta a límite,prescripción o violencia,¿qué sería la virtud
                  sino un nombre? ¿Qué alabanza merecerían las buenas obras? ¿Cómo premiar
                  al sobrio, al justo o al puro?» 5
                     La única atmósfera en la que el sentido moral se desarrolla y los valores
                  morales se renuevan a diario en la libre decisión del individuo es la de libertad
                  para ordenar nuestra propia conducta en aquella esfera en la que las circuns-
                  tancias materiales nos fuerzan a elegir y de responsabilidad para la disposición
                  de nuestra vida de acuerdo con nuestra propia conciencia.La responsabilidad,
                  no frente a un superior, sino frente a la conciencia propia, el reconocimiento
                  de un deber no exigido por coacción, la necesidad de decidir cuáles, entre las
                  cosas que uno valora, han de sacrificarse a otras y el aceptar las consecuen-
                  cias de la decisión propia son la verdadera esencia de toda moral que merezca
                  ese nombre.
                     Es inevitable, e innegable a la vez, que en esta esfera de la conducta indi-
                  vidual el colectivismo ejerza un efecto casi enteramente destructivo.Un movi-
                                                                               6
                  miento cuya principal promesa consiste en relevar de responsabilidad ,no


                     5. John Milton, «Areopagitica», reedición como Areopagitica and Other Prose Works, cit., p. 18.
                  —Ed.]
                     6. Esto se muestra tanto más claramente cuanto más se aproxima el socialismo al totalitarismo,
                  y en Inglaterra se afirma más explícitamente que en ningún otro lugar en el programa de la última y
                  más totalitaria forma del socialismo inglés:el movimiento de la «Common Wealth» de Sir Richard Acland.
                  El principal rasgo del nuevo orden que promete es que, en él, la comunidad «dirá al individuo: “No te
                  preocupes de la manera de ganarte tu propia vida”». En consecuencia, como es lógico, «tiene que ser
                  la comunidad en cuanto tal la que decida si un hombre será empleado o no, con nuestros recursos, y
                  cómo, cuándo y de qué manera trabajará», y la comunidad tendrá que «establecer campos para vagos,

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