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CAMINO DE SERVIDUMBRE

                  internacional, a saber: que la realice, en realidad, una sola potencia pre-
                  dominante.Este disfraz no alteraría,sin embargo,el hecho de significar para
                  todos los Estados pequeños una sujeción mucho más completa a una potencia
                  exterior, contra la que no sería ya posible una resistencia real, sujeción que
                  traería consigo la renuncia a una parte claramente definible de la soberanía
                  política.
                     Es significativo que los más apasionados abogados de un Nuevo Orden
                  económico para Europa, centralmente dirigido, muestran, como sus proto-
                  tipos fabiano y alemán, el más completo desprecio por la individualidad y
                  los derechos de los pequeñas naciones. Las opiniones del profesor Carr, que
                  representa en esta esfera aún más que en la de la política interior la tenden-
                  cia hacia el totalitarismo en Inglaterra, han llevado ya a uno de sus colegas
                  a plantear esta tan pertinente cuestión: «Si la conducta nazi respecto a los
                  pequeños Estados soberanos va a hacerse realmente general, ¿para qué la
                  guerra?». Los que han observado la intranquilidad y alarma que han causado
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                  entre nuestros aliados menores algunas manifestaciones recientes sobre estas
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                  cuestiones en periódicos tan diversos como The Times y New Statesman no
                  dudarán cuánto está ofendiendo esta actitud a nuestros amigos más firmes
                  y cuán fácilmente se disiparía la reserva de buena voluntad que se ha acumu-
                  lado durante la guerra si se hiciera caso a estos consejeros.


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                     Los que están tan dispuestos a brincar sobre los derechos de los peque-
                  ños Estados tienen, por lo demás, razón en una cosa: no podemos esperar
                  orden o paz duraderos, después de esta guerra, si los Estados, grandes o pe-
                  queños,recuperan una soberanía sin trabas en la esfera económica.Pero esto
                  no significa que sea menester dar a un nuevo superestado poderes que no


                     8. El profesor C.A.W. Manning, en una reseña del libro Conditions of Peace, del profesor Carr,
                  en el International Affairs Review Supplement, junio de 1942, p. 443.
                     9. Es significativo en más de un aspecto que, como se ha observado recientemente en un sema-
                  nario, «se había ya comenzado a esperar algo del estilo de Carr lo mismo en las páginas del New
                  Statesman que en las de The Times» («Four Winds», en Time and Tide, 20 de febrero de 1943). [Time
                  and Tide comenzó como una revista y luego se convirtió en un periódico semanal independiente.Editado
                  en el n.º 38 de Bloomsbury Street, estaba dirigido por mujeres y escrito para ellas. —Ed.]

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