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CAMINO DE SERVIDUMBRE
Los problemas de la guerra y de los ajustes posbélicos que Hayek utilizó para
ilustrar su intemporal tesis central, y la jerga colectivista de su tiempo que él
usó para documentar sus afirmaciones sobre el clima intelectual, era familiar
a la generación de la inmediata posguerra y estableció una relación inmediata
entre el autor y el lector. Las mismas falacias colectivistas se difunden actual-
mente e incluso van en aumento, si bien los resultados inmediatos son dife-
rentes y lo mismo sucede con la jerga. Hoy se habla poco de “planificación
central”,de “producción de uso”,de la necesidad de una “dirección consciente”
de los recursos de la sociedad. En cambio, se habla de la crisis urbana —que
se resolvería sólo, se dice, por medio de programas gubernamentales muy
amplios;de la crisis del medio ambiente— provocada,como se dice,por empre-
sarios rapaces a los que hay que obligar a aceptar su responsabilidad social en
vez de “simplemente”hacer funcionar sus empresas para conseguir el mayor
beneficio y exigiendo también, se dice, programas gubernamentales muy
amplios; de la crisis del consumidor —falsos valores estimulados por los
mismísimos empresarios rapaces que buscan beneficios en vez de ejercer su
responsabilidad social y, naturalmente, se exigen amplios programas guber-
namentales para proteger al consumidor incluso de sí mismo; de la crisis del
bienestar o de la pobreza— aquí la jerga sigue siendo “pobreza en la abun-
dancia”, aunque lo que se describe ahora como pobreza podía ser considerado
riqueza cuando el eslogan tanto se utilizó por primera vez.
«Ahora como entonces, la promoción del colectivismo se combina con la
profesión de valores individualistas.Y,además,la experiencia con un gobierno
fuerte ha reforzado esta sarta de cosas tan discordante. Hay una amplia
protesta contra el “establishment”; un increíble conformismo en la protesta
contra el conformismo; una demanda generalizada de libertad para “hacer
nuestros asuntos”, de estilos de vida individualizados, de democracia parti-
cipativa. Escuchando esta sarta de cosas, podríamos creer también que la
oleada colectivista está en descenso, y que el individualismo vuelve a subir.
Como demuestra de manera tan persuasiva Hayek, estos valores requieren
una sociedad individualista. Sólo pueden alcanzarse en un ordenamiento
liberal (uso el término liberal, como hace Hayek, en el sentido original del
siglo XIX, como gobierno limitado y mercado libre, no en el sentido corrom-
pido que ha adquirido en los Estados Unidos, donde significa casi lo contra-
rio), en el que la actividad del gobierno queda limitada en primer lugar a
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