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INTRODUCCIÓN

               «reproducida fotográficamente de la edición inglesa», para garantizar una
               publicación más rápida, se distribuyó en seguida y se vendieron cincuenta
               mil ejemplares.) 44
                  El Informe Beveridge fue un éxito inmediato. La economía británica se
               había estancado en el periodo de entreguerras, y nadie quería volver a tal
               situación de carencia. Los sacrificios comunes que necesitó la guerra crea-
               ron el sentimiento de que todo debería ser repartido de forma más iguali-
               taria en la reconstrucción posterior. Los cuidados médicos para todos fue en
               sí mismo un hecho durante los primeros años de la guerra, sin duda para
               aquellos que habían sido afectados por los bombardeos aéreos o cuyo trabajo
               se relacionaba con el esfuerzo bélico —y ¿qué trabajo no lo estaba, en un
               sentido o en otro?—. Así, pues, la guerra estaba transformando el clima, y
               la esperanza de Beveridge —y no estaba solo— era consolidar esta trans-
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               formación en el futuro. El primero de los «tres principios guía de las reco-
               mendaciones» con que empezaba su informe puso de relieve el nexo:«Ahora,
               cuando la guerra está suprimiendo los límites de todas las cosas, tenemos la
               oportunidad de utilizar la experiencia en un ámbito claro. Un momento re-
               volucionario en la historia del mundo es un tiempo de revoluciones, no de
               poner parches.» 46
                  Hayek había alcanzado la mayoría de edad en la Viena de entreguerras,
               por lo que debió experimentar sin duda una intensa e inquietante sensación


                  44. Brian Abel-Smith, «The Beveridge Report», op. cit., p. 18.
                  45. Según el biógrafo de Beveridge, «el plan de la Seguridad Social formaba una mera punta de
               iceberg —y según Beveridge la punta menos importante— del mucho más ambicioso y trascenden-
               tal programa de reconstrucción social que tenía en mente en esos tiempos… [que] comprendía obje-
               tivos tales como la nacionalización de la tierra y de la vivienda, la legislación sobre el salario mínimo
               nacional, la propiedad pública hasta el 75 por ciento de la producción industrial, la participación de
               empresas públicas para dirigir las inversiones públicas y privadas,y un control permanente del estado
               en la planificación de los ingresos, precios, y mano de obra». Véase Jose Harris, «Beveridge’s Social
               and Political Thought», en Beveridge and Social Security, op. cit., p. 29. Los cambios introducidos por
               el gobierno laborista de posguerra serían mucho menos dramáticos de lo que Beveridge, en privado,
               esperaba, y los niveles de asistencia, una vez cumplidos, eran menores de lo que se indicaba en su
               informe. Con todo, se estableció el estado de bienestar, y con él la presunción de que el estado sería
               responsable y capaz de mantener el «pleno empleo».
                  46. Sir William Beveridge, Social Insurance and the Allied Services (Nueva York: Macmillan,
               1942), p. 6.

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