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CAMINO DE SERVIDUMBRE

                  —falta que es quizá perdonable al recordar que cuando lo escribí Rusia era
                  nuestra aliada en la guerra— y que,por no haberme liberado aún por completo
                  de todas las supersticiones intervencionistas entonces corrientes, hice varias
                  concesiones que ahora no creo estaban justificadas.Evidentemente,no me daba
                  entonces plena cuenta de hasta qué punto se habían degradado ya las cosas
                  en algunos aspectos.Todavía planteaba,por ejemplo,como una cuestión retó-
                  rica mi pregunta al considerar si Hitler había obtenido sus ilimitados pode-
                  res en una forma estrictamente constitucional:«¿quién concluiría de ello que
                  todavía subsiste en Alemania un Estado de Derecho?»,para acabar por descu-
                  brir más tarde que los profesores Hans Kelsen y Harold J. Laski —y proba-
                  blemente otros muchos juristas y especialistas en ciencia política, entre los
                  socialistas que seguían a estos influyentes autores— habían mantenido preci-
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                  samente esta opinión. En general, el estudio más a fondo de las tendencias
                  contemporáneas del pensamiento y las instituciones ha aumentado, si es po-
                  sible,mi alarma y temor.Pues tanto la influencia de las ideas socialistas como
                  la inocente confianza en las buenas intenciones de quienes ostentan un poder
                  totalitario han aumentado notablemente desde que escribí este libro.
                     Durante mucho tiempo me ha disgustado el hecho de ser más conocido
                  por este trabajo, que yo consideraba un escrito de circunstancias, que por
                  mi obra estrictamente científica. Después de examinar de nuevo lo que en-
                  tonces escribí, a la luz de unos treinta años de estudios sobre los problemas
                  planteados entonces, ya no estoy bajo la misma sensación. Aunque el libro
                  puede contener mucho que, cuando lo escribí, no estaba yo en condiciones
                  de demostrar convincentemente, fue un esfuerzo auténtico por encontrar
                  la verdad, y a mi entender ha aportado intuiciones que ayudarán, incluso a
                  quienes no están de acuerdo conmigo, a evitar graves peligros.


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                     4. [El científico político Harold J. Laski (1893-1950) fue colega de Hayek en la LSE y antes del
                  pacto de no agresión Moltov-Ribbentropp,fue un decidido defensor de Stalin y su política.Hayek des-
                  taca la proclividad «patológica» de Laski a mentir en Hayek on Hayek, op. cit., p. 82 {p. 81 de la trad.
                  española}. El teórico del derecho, nacido en Austria, Hans Kelsen (1881-1973) dio clases en Viena,
                  Colonia y, finalmente, en la Universidad de California-Berkeley. Kelsen desarrolló la «teoría pura del
                  derecho» y fue conocido por su defensa del positivismo jurídico. —Ed.]

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