Page 90 - PRIMERAS PAGS CAMINO SERVIDUMBRE.qxp
P. 90
INTRODUCCIÓN
Y, por lo menos, nueve de cada diez de las lecciones que nuestros más voci-
ferantes reformadores tanto ansían que saquemos de esta guerra, son pre-
cisamente las lecciones que los alemanes extrajeron de la guerra anterior y
tanto han contribuido a producir el sistema nazi.A lo largo de este libro tendre-
mos la oportunidad de mostrar que hay otros muchos puntos en los cuales,
con un intervalo de quince a veinticinco años, parecemos seguir el ejemplo
de Alemania. Aunque a nadie le agrada que le recuerden las cosas, no hace
tantos años que los «progresistas» sostenían,generalmente,la política socia-
lista de aquel país como un ejemplo para imitar, de la misma manera que en
años más recientes ha sido Suecia el país modelo hacia el que volvían las
miradas los avanzados.Aquellos cuya memoria alcanza más lejos saben cuán
profundamente han influido, al menos sobre la generación que precedió a
la guerra anterior, el pensamiento alemán y la praxis alemana en los ideales
y la política británicos.
El autor ha consumido cerca de la mitad de su vida adulta en su Austria
nativa, en estrecho contacto con la vida intelectual alemana, y la otra mitad
en los Estados Unidos e Inglaterra.En la docena de años a lo largo de los cuales
este país se ha convertido en su hogar, ha llegado a convencerse de que algu-
nas, por lo menos, de las fuerzas que han destruido la libertad en Alemania
están operando también aquí, y que el carácter y la fuente de este peligro
son aún menos comprendidos aquí, si ello es posible, que lo fueron en Ale-
mania. La gran tragedia está en no ver todavía que en Alemania eran en su
mayoría bienintencionados, hombres que fueron admirados y tenidos aquí
como modelos, los que prepararon la vía a las fuerzas, si no las crearon efec-
tivamente, que ahora pretenden todo lo que ellos detestan. Y sin embargo,
nuestras probabilidades de evitar un destino semejante dependen de nues-
tra capacidad para hacer frente al peligro y para disponernos a revisar incluso
nuestras esperanzas y ambiciones más queridas si resultasen ser la fuente
del riesgo. Pocos signos hay, sin embargo, para suponernos el valor intelec-
tual necesario a fin de admitir por propio impulso que nos podemos haber
equivocado. Pocos son los dispuestos a reconocer que el nacimiento del fas-
cismo y el nazismo no fue una reacción contra las tendencias socialistas del
periodo precedente, sino el producto inevitable de aquellas corrientes. Es un
hecho que la mayoría de las gentes no querían ver,cuando ya se percibía desde
lejos la semejanza de muchos rasgos repulsivos de los regímenes interiores
89