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CAMINO DE SERVIDUMBRE
menos, a un doble contemplar evoluciones muy semejantes de las ideas. Si
bien no es probable que uno pueda lograr esta experiencia en un solo país,
en ciertas circunstancias puede adquirirse por vivir sucesivamente durante
largos periodos en países diferentes. Aunque las influencias a las que está
sujeta la marcha del pensamiento son, en gran parte, similares en la mayo-
ría de los países civilizados, no operan necesariamente a la vez o a la misma
velocidad. Así, trasladándose a otro país, cabe observar dos veces la evolu-
ción intelectual en fases similares.Los sentidos se vuelven entonces peculiar-
mente agudos.Cuando por segunda vez se oye expresar opiniones o propug-
nar medidas que uno ya encontró hace veinte o veinticinco años,éstas asumen
un nuevo significado, como signos de un rumbo definido. Sugieren, si no
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la necesidad, por lo menos la probabilidad de que los acontecimientos sigan
un curso semejante.
Es necesario declarar ahora la desagradable verdad de que estamos en cierto
peligro de repetir la suerte de Alemania. El peligro no es inmediato, cierto,
y las condiciones de Inglaterra están aún tan lejos de las observadas en los
últimos años en Alemania, que se hace difícil creer que nos movemos en la
misma dirección. Sin embargo, aunque el camino sea largo, es de tal suerte
que resulta cada vez más difícil retroceder. Si a la larga somos los artífices
de nuestro propio destino,a corto plazo somos cautivos de las ideas que hemos
engendrado.Sólo si reconocemos a tiempo el peligro podemos tener la espe-
ranza de conjurarlo.
No es la Alemania de Hitler, la Alemania de la guerra presente, aquella
con la que Inglaterra ofrece ahora semejanza. Pero los que estudian la evo-
lución de las ideas, difícilmente pueden dejar de ver que hay más que una se-
mejanza superficial entre la marcha del pensamiento en Alemania durante
la guerra anterior y tras ella y el curso actual de las ideas en Inglaterra.Existe
ahora aquí, evidentemente, el mismo empeño en que la organización del país
realizada para los fines de la defensa se mantenga para fines de creación. Es
el mismo desprecio hacia el liberalismo del siglo XIX,el mismo «realismo» espu-
rio y hasta cinismo,la misma aceptación fatalista de los «rumbos inevitables».
2. [Hayek alude aquí a las tendencias que había identificado en su lección inaugural en la LSE,
«The Trend of Economic Thinking,» op.cit.—Ed.] {En español:«La tendencia del pensamiento econó-
mico, cap. III del vol. III de Obras Completas de F.A. Hayek, cit.}.
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