Page 169 - Biografia
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Jorge Humberto Barahona González



               Descansemos de la lectura un poquito y que tal un ajiaco o un cuchuco de trigo con espi-
            nazo de copartidario, o sea, de marrano y de sobremesa un refajo, Ahh…! Que ricooo…!,
            podemos ir donde las ojonas, si les parece, en el barrio santa fe, ahora si, continuemos


               Con la negra íbamos al sur, no recuerdo bien el barrio, creo que era el Veraguas, ciu-
            dad monte (que en diciembre siempre se ganaba el premio al mejor barrio iluminado,
            para rezar la novena de aguinaldos) o el Santa Isabel (el barrio de los esmeralderos).
            Lo que si recuerdo bien, era que íbamos en troley (los buses con calzonarias) nos reci-
            bía el doctor González, mi ángel, con su blusa azul (que eso también me gusto), ya que
            borraba de mi mente, el rechazo por la blusa blanca tradicional de los médicos. Antes
            de entrar al consultorio, la negra, le entregaba su dosis grande de chocolatina Jet, que
            siempre le llevaba, él nos hacía sentar en la sala de su casa y hablábamos de todo,
            menos de mi problema dental.


               Quieren saber una cosa, estimados lectores y lectoras…? Cuando llegamos al nuevo
            consultorio del doctor González, en la calle 72, debajo de la caracas, ya más cachetudo,
            más elegante, me senté en la silla odontológica, y le dije a mi ángel: “Doctor, me hace
            el favor y me arregla mis dientes…?”. La evaluación y el diagnóstico fue inmediato, la
            negra recordaba viejos tiempos, se colocaba su blusa blanca (se veía una mamacita) y
            en mis consultas, ella era la enfermera auxiliar, a mí no me dolía nada.


               Mi ángel me dijo: “Don Jorgito, le puedo salvar unas piezas calzándolas con porce-
            lana o tratamiento de conducto, los dientes del frente, debemos extraerlos y elaborar
            “puentes”, cajas o prótesis, ya que no los puedo salvar, eso le cuesta tanto, ya es deci-
            sión suya, cuando empezamos…?, por el pago no se preocupe, ya que por ser amigo
            de Libertad, lo podemos hacer por abonos en cada consulta”. Con la negra evaluamos
            el diagnostico (eso era lo que me fascinaba de la negra desde que empezamos la re-
            lación), ya que después, yo tomaba la decisión final y ella siempre me apoyaba, así lo
            hicimos, hasta para hacer los chinos, en serio, ella me dijo, como, cuando y donde, por
            eso es que nacieron grandotes y hermosos. Cuando desee, le cuento detalles, sino,
            dejemos así ahijadito.


               Entonces le dije a mi ángel: “Doctor González, por favor empecemos inmediatamen-
            te, pero no trate de salvar nada, quiero descansar el resto de mi vida (…y así fue).
            Vengo sufriendo con mis dientes, desde que tenía mis dientes de leche, y quiero poder
            comer de todo, frío o caliente, duro o blandito (y así fue, bendito Dios), “sáqueme todo,
            menos la lengua, inclusive explore y extráigame las cordales”, y les cuento…? Ya
            venían dañadas. “Que sea mi Dios y sus manos, doctor González, los que me qui-
            ten este problema de salud”.


               Las sesiones de pequeñas cirugías ambulatorias, eran extracciones de 3 y 4 piezas.
            Suture, coloque redecilla de seguridad, besito de la negra, y eche pa’ la casa. Así dura-
            mos veinte días, con un aparato que me mantenía la boca abierta las 24 horas del día,




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