Page 407 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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396 Parte III.—Textos: Mawaqui, 144, 169, 63
para que ejecute el acto de virtud o de pecado, por el cual se hace el
sujeto acreedor a premio o a castigo. ¿No ves, en efecto, cómo supone
Dios digna de perdón la primera mirada, que se realiza sin propósito
y para la cual el corazón no tuvo intención en modo alguno, y por eso
cabalmente no merece el sujeto ser castigado? Asimismo ocurre con
el olvido: cuando el hombre realiza un acto cualquiera, distraído y sin
el propósito reflexivo de realizarlo, Dios se lo perdona. Lo mismo
sucede si el corazón quiere y forma el propósito de cometer un pecado,
pero no persiste en el propósito [sino que se retracta] ; tampoco se
le toma en cuenta ni se le anota en el libro, mientras no lo ponga en
ejecución, de palabra o de obra, -según sea el pecado. Esto, por lo que
toca a los pecados. Y en cuanto a los actos de virtud, el hombre me-
rece, aunque tan sólo forme intención y propósito de practicarlos. Y
si, después de tener intención de pecar, se abstiene, la mera abstención
se le toma en cuenta, como si fuese un acto de virtud. Así lo dijo el
Profeta: "Cuando el siervo de Dios se propone realizar un acto bueno,
se le toma en cuenta como un acto bueno, aunque no lo realice; pero
si, además, lo realiza [144], se le toma en cuenta como diez actos bue-
nos. Cuando se propone cometer un pecado y lo comete, se le toma en
cuenta como un pecado; pero si no lo comete, no se le toma en cuen-
ta; antes bien, Dios les dice a los ángeles: "Anotádselo como un acto
de virtud, pues si ¡o ha dejado de cometer, ha sido tan sólo por Mí."
[169] El fenómeno místico, que en lo interior del hombre se da, es
paralelo y se corresponde con e! fenómeno ascético que en su exterior
aparece. El acto de lo interior es una intuición o experiencia viva del
espíritu. El acto de lo exterior es un ejercicio práctico de la virtud, de
que el espíritu está revestido. Pero de ambos, el primero es de dos
clases: hay una intuición o experiencia espiritual, que consiste en una
revelación divina y de la cual se engendra el acto exterior o ascético;
y hay otra intuición que a su vez se engendra del acto exterior. Esta
segunda intuición, si bien la examinas, encontrarás que, a su vez, pro-
duce como consecuencia otro acto ascético exterior. De modo que todo
fenómeno místico participa o pertenece en común a dos fenómenos
ascéticos: al que lo ha engendrado y al otro que es consecuencia suya.