Page 409 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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       musiera [65], así también el alma de estos místicos, encerrada en la tie-
       rra de sus cuerpos, después de que el ejercicio ascético los ha equilibra-
        do y purificado y el sol de la divina gracia los ha fundido con su ca-
       lor, sale de su encierro y, sin dejar de seguir informando al cuerpo,
       se eleva hasta el mundo supremo, adquiriendo allí las cualidades pro-
       pias de los espíritus angélicos con los cuales convive, es decir, que
       se hace invisible, como éstos, a los ojos de los hombres, o anda sobre
       las aguas o vuela por los aires y viene a ser entonces como la hyle
       o materia prima, que es apta para revestir todas las formas, al modo
       de los ángeles que se aparecen a los hombres bajo variadas figuras.
       La invisibilidad de su persona real obedece a un obstáculo subjetivo
       de los que lo miran, obstáculo producido por el místico que se les hace
       invisible, en cuanto a su personalidad real, y visible sólo bajo la for-
       ma de que se ha revestido. Las almas todas tienen un solo y el mismo
       origen; pero al unirse con los cuerpos, que son de naturaleza y calida-
       des diferentes entre sí, adquieren las calidades y complexiones propias
       de los cuerpos con las cuales se unen y en cuya vecindad habitan. Sólo
       cuando el fuego de la mortificación y el ascetismo purifica la comple-
       xión orgánica  del cuerpo, se libra  el alma de su influjo y retorna
       al mundo espiritual de su prístino origen, aunque sin dejar de gobernar
       al cuerpo. Claro es que esta purificación es más o menos difícil y lenta,
       según que la complexión orgánica está más o menos lejos del equilibrio
        temperamental.]
          [66] De la visión y trato del mundo angélico, exterior al místico, es
        luego trasladado éste a la visión del otro mundo angélico o celestial,
        propio de  él, es decir, interior u oculto en su mismo espíritu. Esta
        otra visión consiste en que Dios le abra los ojos de su vista interior,
        para que contemple los misterios que se guardan en su propia alma,
        dentro de una mansión cerrada con llave y escondidos cada uno en su
        respectivo rincón. A su vez,  el ojo de la vista interior está también o
        tapado con un velo o cubierto de una capa de herrumbre, según que
        la visión carismática haya de ser directa o refleja como en un espejo.
        Una vez que desaparece del ojo el velo o la capa de herrumbre y se
        descorre el cerrojo y se derrumba el escondrijo y sale el sol de la Ver-
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