Page 440 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Los carismas no son la perfección 429
que ya ha llegado a la meta, pues si pretende haber llegado, a la vez
que omite la práctica de las virtudes exteriores, su pretensión será
mendaz. Aunque se le revelen las ciencias todas sobrenaturales y los
misterios del mundo, no será todo eso más que engaño y astucias de
Satanás. No hay manera de llegar a la meta, libre de fraudes diabó-
licos y exento de ilusiones de amor propio, mientras el aspirante no
suprima, primero, los caprichos de su egoísmo y las turbias inclinacio-
nes de la humanidad. Síntoma de que es falsa la pretensión de ha-
ber llegado a la meta será, por lo tanto, el retornar a los caprichos
del egoísmo y a las inclinaciones del amor propio.
[61] Has de saber, hijo mío, que todo el que practica a la per-
fección estos actos de virtud y afirma sus pies en ellos y acaba por
revestirse de ellos como de verdaderos hábitos, Dios también acos-
tumbra ordinariamente a distinguirlo, si de veras y sinceramente
los practica, con el don gratuito de los misterios sobrenaturales que
son privativos de sus escogidos (con exclusión de los demás), pero
como premio de dichos actos. Esos dones misteriosos se llaman por
ello testigos del estado espiritual del alma, de su celestial intuición.
Tal es el oculto sentido de aquellas palabras que Dios dijo por boca
de su Enviado: "No cesa de acercarse el siervo hacia mí por medio
de los actos de virtud supererogatorios, hasta que Yo lo amo. Y
cuando lo amo, vengo a ser su propio oído con el que oye, y su pro-
pia vista con la que ve." El Altísimo, en efecto, lo instala y estable-
ce de asiento en sus sublimes moradas y lo honra, además, con ca-
rismas exteriores, que tienen realidad en el mundo físico. No son,
sin embargo, estos carismas, a juicio de los místicos, condición sine
qua non ni efecto necesario de la virtud.
[62] Los grados de perfección mística no se otorgan de cierto por
Dios, sino a los que han llegado a la unión... En cambio, los caris-
mas, en cuanto tales [es decir, en cuanto muestras de honor dadas
por Dios al alma], también son propios y exclusivos de ellos; pero,
en cuanto prodigios que rompen el curso habitual de las leyes físi-
cas, puede lograrlos [igual que el místico que ha llegado a la unión]
aquel que vive en la ilusión y el engaño. Cuando, pues, te acaezca el