Page 442 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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De la contemplación extática 431
de, aunque contemple a su Señor en el éxtasis, si esa contempla-
ción, que él supone tener, carece de toda realidad como estado psi-
cológico de su propia alma? Es más, ese estado, si él pretende po-
seerlo realmente, es el estado mismo del hombre dormido, que sumi-
do en un sueño profundo, pierde la sensibilidad y la conciencia de su
ser y ni goza del uso de los sentidos, ni tampoco de la imaginación.
Así es, en efecto, el estado del que pretende poseer esta contempla-
ción extática: ni está consigo mismo, ni está con su Señor, sino que
es como ese durmiente que hemos supuesto a guisa de ejemplo para
hacerte comprensible su estado. Cuando ese durmiente despierta, se
le dice: "Has dejado de conocer muchas cosas que en el mundo del
sentido han pasado tras de ti. ¿Qué es lo que en cambio has cono-
cido en el mundo de la fantasía?" Y él responde: "No he visto nada
tampoco." A este individuo habrá que decirle entonces: "Pues per-
diste el tiempo, porque ni estuviste con nosotros ni contigo mismo."
Este es el estado psicológico del que pretende poseer esa contempla-
ción que no es auténtica... El perfecto en realidad de verdad es...
aquel que contempla a su Señor con conocimiento representativo y
experimental, a la vez que se contempla a sí mismo con conocimiento
representativo, pero no experimental, porque el objeto de este otro
conocimiento representativo, es decir, su propia alma, está en abso-
luto privado de existencia. A este estado [30] aludía Abulabás Cásim
el Sayarí (1) cuando decía: "No goza jamás en su contemplación
el místico que contempla con su inteligencia, porque la contempla-
ción de Dios es éxtasis inconsciente, en el cual no existe deleite, sino
que la contemplación representativa de Dios domina, por su intensi-
dad en el sujeto, a la contemplación experimenta!, aunque ambas se
den a la vez en el mismo estado."
[21.°—DOS CATEGORIAS DE MISTICOS]
[190] El querido de Dios y el que a Dios quiere son dos sujetos
bien distintos en realidad, por lo que atañe a la relación de depen-
(1) Místico oriental, de Meru, s. IX de J C.