Page 449 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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438        Parte 111.— Textos: Anwar, 17, 18, 19
        ta que Dios se te revele desde tu corazón, que es lo que buscas. Peio
        guárdate de decir entonces "¿qué es esto?"; pues, al entrar en la so~
        ledad, una de las verdades que debes grabar en tu alma es que Dios
        no es semejante a cosa alguna. De modo que a cualquiera de las for-
        mas o imágenes que se te revelen en la iluminación durante el ejercicio
        de la soledad y que te diga: "Yo soy Dios", debes decirle: "¡Loado
        sea Dios!, tú eres por Dios." Guárdate, pues, de la forma o imagen
        de lo que veas y no le prestes atención y sigúete ocupando en el ejer-
        cicio del recuerdo de Dios constantemente. Este es uno de los propó-
        sitos previos.
          [17] El propósito segundo es que no busques de Dios, durante tu
        soledad, otra cosa que El, ni tu aspiración tienda a otro objeto que a
        El. Aunque se te ofreciera todo lo que en el mundo existe, no te deten-
        gas. Tómalo por cortesía, pero persevera en  tu búsqueda. Dios, en
        efecto, te probará de ese modo, y si te detienes, Dios se te escapará;
        en cambio, cuando tengas a Dios, nada te faltará.
          Y puesto que ya conoces esto, conviene que sepas que Dios te pro-
        bará, mediante las mismas iluminaciones que te irá comunicando en el
        orden sucesivo que te voy a decir.
          Lo primero que te revelará será el mundo de lo ausente u oculto
        a tus miradas, de modo que ni las paredes ni la oscuridad serán ya
        velos que te impidan ver lo que las gentes hacen en el interior de sus
        habitaciones. Eso sí: estarás obligado a guardarte bien de descubrir
        esos secretos de la vida íntima de tus prójimos, cuando Dios te los
        revele, pues  si los comunicas diciendo a las gentes "este es adúltero,
       estotro bebedor, aquel maldiciente", [lejos de ganarlos para Dios], los
        perderás, pues Satanás entrará en sus almas [y los indispondrá conti-
        go.] Procura, más bien, fijarte en  el nombre del sujeto aludido, y  si
        se te presenta después, censúrale su conducta en secreto, entre  ti y él,
        y exhórtale a que se avergüence de sus pecados ante Dios y no vuelva
        a traspasar sus preceptos. Y esfuérzate en seguida por desechar esta
        primera revelación, para ocuparte sólo en  el ejercicio del recuerdo de
        Dios.
          Por lo que toca a la diferencia que existe entre la revelación sen-
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