Page 450 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Los dos grados primeros de  la iluminación  439
       sible y la revelación fantástica, vamos a explicarte en qué estriba:  si
       ves la forma de una persona o un acto cualquiera suyo, cierra los ojos,
       y si entonces continúa todavía la revelación, es imaginativa; en cam-
       bio,  si te desaparece [18], es que la percepción de la persona o acto
       revelados iba aneja a la del lugar en que los viste, y luego, al apartarte
       de ellos para volver al ejercicio de la oración menta!, pasaste del esta-
       do de la revelación sensible al de la fantástica, comunicándosete las
       ideas inteligibles bajo formas sensitivas, que es comunicación bien di-
       fícil de comprender, pues tan sólo los profetas y los amigos sinceros
       de Dios, a quienes El quiere descubrirlo, saben  e! significado de esas
       formas. No te ocupes, por !o tanto, en ello. Si en este grado de reve-
       lación se te presentan bebidas, bebe, de ellas, el agua; si no hay entre
       ellas agua, bebe la leche, aunque será bueno también que las mezcles;
       bebe asimismo la miel; pero guárdate del vino, a no ser que esté mez-
       clado con agua de lluvia; si está mezclado con agua de fuentes y ríos,
       no hay manera de que lo bebas (1).
          Persevera luego en la oración mental, hasta que se te quite de de-
       lante el mundo de la fantasía y se te revele el mundo de las ideas des-
       nudas de toda materia. Ocúpate en el recuerdo constante de Dios, has-
       ta que se te revele  el objeto mismo de tu recuerdo, Dios, haciéndote
       perder la conciencia de tu propio acto memorativo. Entonces, una de
       dos: o aquello [19] es la contemplación extática, o es el sueño natural.
       El modo de distinguir la una del otro es que la contemplación deja en
       el sujeto, como señal que atestigua la realidad de la iluminación, un
       deleite espiritual subsiguiente; en cambio, el sueño no deja cosa alguna
       y, al despertar el sujeto, se siente movido al arrepentimiento y  pide per-
       dón a Dios [por haberse dejado vencer del sueño].
          Después, Dios te presentará, a guisa de tentación y prueba, los
         (1)  El editor anota este oscuro pasaje y  lo explica, primero, como  apli-
       cación,  al alma  del místico, de la leyenda de  la ascensión de Mahoma, que
       también  es  invitado  a beber  leche, agua,  miel y  vino,  prefiriendo  la  leche.
       Después,  el  editor interpreta místicamente  el vino como símbolo  del  deleite
       sensible de la oración mental, deleite a que  el alma no debe aficionarse, más
       que cuando va mezclado con la ilustración o revelación divina, simbolizada en
       el agua  de  lluvia.
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