Page 457 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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-14o Parte 11 1.— Textos: Anwar, 27, 28
censión de los profetas se realiza mediante la luz divina originaria,
mientras que la ascensión de los santos se debe a la luz emanada de
esa luz originaria; así también, aunque el santo y el profeta ocupen
una misma morada, por ejemplo, la del abandono en las manos de
Dios, sin embargo, los modos no son idénticos, y el mérito o superio-
ridad relativa del sujeto no estriba en la morada que ocupa, sino en
el modo, y los modos ya dependen de los sujetos. Y dígase lo mismo
de todas las otras moradas y estados místicos: así de los que impli-
can anonadamiento en Dios, como de los que incluyen la visión de
Dios en toda cosa; tanto los estados de recogimiento o identificación
con Dios, cuanto los en que el alma se contempla a sí misma como es-
clava o sierva de Dios; igual aquellos en que el corazón reposa, ya
subyugado por Dios, como los en que se agita, por influjo del trance
extático. Y así en los demás.
Has de saber también que todo santo o amigo de Dios recibe lo
que recibe, por mediación de la espiritualidad de su profeta propio,
cuya ley religiosa sigue. Desde esa posición es como contempla. De
ellos, unos conocen esto, pero otros lo ignoran, y dicen en consecuen-
cia: "Dios me ha dicho", siendo así que quien se les ha dicho es la
espiritualidad del respectivo profeta. Laten aquí sutiles misterios, que
estas breves hojas no permiten explicar, porque nuestro propósito es
tan sólo el sugerir [27] y el compendiar. Pero sí diré que los santos de
la religión de Mahoma, el cual reunió en sí solo las moradas de todos
los otros profetas, heredan, cada uno de ellos, a un profeta determina-
do, v. gr., a Moisés, pero a través de la luz mahomética y no de la luz
mosaica; de modo que su condición respecto de Mahoma es idéntica
a la de Moisés respecto de éste; y a veces puede ocurrir que a la hora
de su muerte ese santo dé tales muestras aparentes de respeto y consi-
deración a Moisés o a Jesús, que se imaginen el vulgo o los ignorantes
que se ha hecho judío o cristiano, al ver que se acuerda de esos pro-
fetas al morir, siendo así que únicamente lo hace movido por la fuerza
de la intuición de su propia morada y de las cualidades de que está
revestido. Sólo se exceptúa de esto el santo que es polo místico o
cótob, pues ése tan sólo sigue la inspiración del corazón de Mahoma.