Page 458 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Los santos, herederos de los profetas 447
En cambio, de los demás, nosotros hemos encontrado grandes místicos
que seguían las inspiraciones del corazón de Jesús. Tal fué el primer
maestro de espíritu a quien yo encontré (1). Oíros siguen las inspira-
ciones del corazón de Moisés, otros las del de Abraham, etc. Esto no
lo conocen sino los místicos de nuestra escuela. Has de saber, pues,
que Mahoma es quien otorgó a todos los profetas enviados de Dios
las moradas místicas que cada uno de ellos ocupó en el mundo de los
espíritus, hasta que fué enviado Mahoma mismo en persona y sus fie-
les le seguimos; pero, a la vez, se nos adhiere aquel profeta, de los
anteriores a Mahoma, que cada uno de nosotros ha contemplado o del
cual ha recibido inspiración. Así, pues, los santos de los profetas, que
vivieron en los tiempos pasados, tomaron su inspiración de sus respec-
tivos profetas, y éstos la tomaron de Mahoma. La santidad mahometa-
na, por consiguiente, participa en común de la inspiración de todos
los profetas, puesto que éstos la recibieron de Mahoma. Por eso se
citan por tradición estas palabras suyas: "Los sabios de este pueblo
son como los profetas de los Hijos [28] de Israel." Y Dios mismo dice
de nosotros (Alcorán, II, 137): "Para que seáis testigos, respecto de
los hombres." Y refiriéndose a sus enviados, dice en otro lugar (Alco-
rán, XVI, 91 ) "Un día suscitaremos un testigo del seno de cada pue-
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blo, que atestiguará contra él." Nosotros, por lo tanto, y los profetas
somos testigos contra los seguidores de estos últimos. Eleva, pues, tus
aspiraciones en la soledad, para conquistar la herencia universal ma-
homética.
Has de saber también que el sabio perfecto y confirmado en la gra-
cia de la unión es el que obra, en cada estado y momento de la vía es-
piritual, lo que conviene practicar en él, sin mezclar actos propios de
otros estados de espíritu. Tal fué la manera de ser de Mahoma, pues
aunque [en su ascensión] llegó a estar junto a Dios a la distancia de
dos tiros de flecha o menos, sin embargo, cuando volvió [de su rapto]
y refirió a los presentes [su visión], no fué creído por los incrédulos
(1) Alude a Abucháfar el Oryaní. Cfr. Risalat al-cods, § 1. Item supra,
Introducción, pág. 18, nota 2, y parte primera, I, 47.