Page 463 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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452      Parte III.—Textos: Fotuhat,  II, 138; III, 44, 45
           [2°—DIFERENCIA ENTRE DEVOTOS, SUFIES Y MALAMIES]

          [III, 44] En tres clases y no más se distribuyen los hombres de
        Dios: Hay unos en los cuales predomina el ascetismo y el celibato mo-
        nástico, con la práctica de todo género de obras externas de virtud,
        a la vez que purifican también su interior de toda cualidad censura-
        ble y reprobada por el Autor de la Revelación. Mas, junto con eso,
        estos hombres no creen que haya cosa alguna que esté por encima de
        tales obras de ascetismo que ellos practican: ni idea alguna tienen de
        los estados místicos y de las moradas, de las ciencias infusas emana-
        das de Dios, de los misterios y revelaciones, ni de cosa alguna de las
        que otros hombres de Dios encuentran o experimentan. Los de esta
        clase se llaman devotos. A éstos, si alguien se les acerca para pedirles
        que rueguen a Dios por él, es fácil que lo rechacen con duras formas
        diciéndole: "Y ¿quién soy yo para rogarle a Dios por ti? ¿Cuál es mi
        dignidad para ello?" [45] Si así responden, es a fin de precaver todo
        peligro de vanidad, porque temen los asaltos del amor propio y tra-
       tan de evitar que en sus almas entre la hipocresía espiritual.  Si al-
        guno de ellos se ocupa en la lectura, el libro que emplean es la Riaya
       del Mohasibi (1) u otros libros corrientes como ése.
          La clase segunda, superior a la de éstos, la constituyen quienes
        creen que todos los actos son de Dios y que, por tanto, ninguno de los
        que ellos realizan es suyo propio; de aquí que en absoluto carezcan de
        hipocresía espiritual... Son semejantes a los devotos en  el fervor y
        empeño con que sirven a Dios, en su austeridad, ascetismo, abnegación
        de la propia voluntad, etc.; pero, junto con ello, piensan que hay algo
        más alto que todo eso, es a saber, los estados místicos y moradas, las
        ciencias infusas y los misterios, las revelaciones y los carismas. De
        aquí que sus aspiraciones tiendan al logro de esos grados superiores,
       y si de ellos consiguen algo, es decir, algún carisma, lo manifiestan ex-
        teriormente al vulgo, porque no creen [que exista otra causa de sus


         (1)  Cfr. supra, parte segunda, VI, 171. El libro aludido trata, efectivamen-
       te, de los deberes del devoto para con Dios. Cfr. Massignon, Essai, 213.
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