Page 508 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La consunción, efecto del amor 497
Esa imagen, el sediento cree que es agua. Ese juicio se debe a la
sed que experimenta: si no tuviese sed, no la tomaría por agua, pues
el agua es el objeto de su necesidad, hacia el cual se siente impelido,
por ser lo que su naturaleza pide y ama, a causa de que en el agua se
encierra el misterio de la vida. Mas cuando el sediento llega adonde
estaba la imagen, se encuentra que era nada, y al encontrar que es
nada, encuentra en sí mismo a Dios, en lugar de! agua. De modo que
el sediento tendía, movido por los sentidos, al agua, mientras que Dios
le hacía dirigirse, mediante el agua, hacia El, sin darse cuenta. Por
tanto, astutamente Dios engaña a su siervo, sin que éste lo advierta;
pero, también sin él saberlo, se interesa Dios por su bien, privándole de
los auxilios terrenos, para que sólo en E! ponga su confianza, a El se
vuelva y en El busque el refugio. Y encuentra en sí mismo a Dios, al
sentirse privado del agua que se imaginó ver en el espejismo, puesto
que, al faltarle la ayuda de las criaturas, al cerrársele las puertas de sus
deseos, se vuelve hacia Dios, en cuya mano está el imperio sobre todas
las cosas. Así obra Dios con sus amigos: los retorna hacia El, de gra-
do y por fuerza.
Así, pues, también, los amigos de Dios creen que sus propios es-
píritus son los que realmente cumplen las obligaciones que Dios les
ha impuesto y los que libremente se apartan de sus mandatos... Mas
cuando el velo que cubre sus ojos se descorre y su vista se aguza, se
encuentran entonces con que sus espíritus son como la imagen del agua
en la ilusión del espejismo: no ven ya persona alguna que cumpla los
preceptos divinos, sino el Creador de los actos, que es Dios mismo; ex-
perimentan entonces que Dios es aquel mismo ser, que antes imagina-
ban era su propia alma; y así, la personalidad de sus propios espíritus
se disipa, para no quedar más objeto de sus experiencias psíquicas, que
Dios, visto con el ojo de Dios, igualmente que el agua del espejismo
se desvanece, para no quedar más objeto de visión, que la imagen en-
gañosa del espejismo, la cual no es agua. Así, pues, también, el espí-
ritu es algo en sí mismo real y existente, pero no activo. Y entonces se
conoce que el amante se identifica con el Amado y que no ama sino a
sí mismo y que no puede ser otra cosa. Más tenue y sutil consunción
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