Page 504 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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El cariño.— Los sofismas del amor 493
tres sentimientos amorosos el que el sujeto posea, si este sujeto es cons-
tante en su adhesión amorosa, si no hay causa alguna que la altere ni
motivo alguno extraño que consiga sustraerla al influjo del sentimien-
to que le afecta, en una palabra, si el imperio de ese sentimiento sobre
el amante se mantiene inalterable, lo mismo en la fortuna que en la
adversidad, tanto en las cosas que le molestan como en las que le
agradan, y lo que es más, aun cuando se aleje de él o le huya el sujeto
en el cual desea que se realice lo que él ama (porque cabe que ese su-
jeto se sustraiga al dominio de su amor, por no ser él lo amado, sino
únicamente el sujeto en que lo amado ha de realizarse), entonces es
cuando ese sentimiento recibe el nombre de cariño.
Tal es el sentido especial de este sobrenombre. Otros muchísimos
estados psicológicos acompañan al amor y se observan en los amantes;
los analizaré después, con la voluntad de Dios; tales son: el deseo ar-
diente, el mal de amor, la locura de amor, la esclavitud amorosa, el
llanto de amor, la tristeza manifiesta, la tristeza secreta, la debilidad o
consunción física, la consternación o abatimiento y otros estados aná-
logos, que los amantes experimentan y describen en sus versos y que
yo analizaré, si Dios quiere.
Acaecen también en el amor muchos sofismas. Es el primero de
ellos el que ya hemos citado: que los amantes se imaginan que lo ama-
do es una cosa real, siendo, como es, una cosa irreal, que no existe; y
lo que el amor quiere de esta cosa es verla realizada en un individuo
existente; y así que la ve realizada, el amor pasa a querer que conti-
núe existiendo aquel estado o modo de ser de dicho individuo, cuya
realización quiso al principio. Por donde resulta que lo amado no deja
jamás de ser algo irreal, aunque de esto no se den cuenta la mayor
parte de los amantes, a no ser los que penetran en la esencia real del
amor y de sus objetos. Pero este sofisma ya lo hemos aclarado antes.
La mayor parte de las cosas que digo en este capítulo refiérense al
amor excesivo o apasionado. Este amor es el que hace perder la razón,
éste es el que enflaquece el cuerpo, éste es el que hace pensar de con-
tinuo, éste es el que engendra la preocupación fija, la inquietud y el
insomnio, éste es el que inflama sin cesar las llamas del deseo, éste