Page 509 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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498         Parte 111.—Textos: Fotuhat, II, 448, 449
       que  ésta, no cabe concebir en los  espíritus de los que aman a Dios.
          Por lo que toca a la consunción de sus cuerpos, es !a consunción
       de que los sentidos pueden dar testimonio, v. g., la alteración del co-
       lor de la piel y la pérdida de las carnes. Esto se debe a que el orga-
       nismo corpóreo se va consumiendo, por el excesivo trabajo a que la ra-
       zón está sometida, pensando de continuo en cómo cumplirá las obliga-
       ciones que su Amado le ha impuesto.
          2. "  La languidez.—Este fenómeno se manifiesta también en  los
       espíritus y en los cuerpos de los que aman a Dios.
          La languidez de sus cuerpos se debe a que se privan de las deli-
       cias de los manjares más suculentos, los grasos y blandos, que son los
       más sabrosos para el apetito concupiscible y que además dan al cuer-
       po el lustre propio de la salud. Y se privan de esto, porque saben que
        el Amado les ha impuesto la obligación de pasar la noche en vela ante
       El, para poder conversar confidencialmente con El, cuando se les reve-
       le, mientras todos duermen. Ahora bien: ellos han notado que de los hu-
        mores existentes en el organismo suben hasta el cerebro ciertos vapo-
       res, que entorpecen y embotan los sentidos, y que [448] el sueño acaba
       por borrar de sus almas el deseo de pasar la noche en vela con su Ama-
       do, hablando con El en la soledad, y que se duermen. Por otra parte,
        esos mismos vapores producen en sus cuerpos un vigor tal, que impul-
       sa a los miembros a gastarlo ejercitándose en acciones vanas o inútiles,
        de las cuales su Amado les ordena que se priven. Y en vista de eso, se
        abstienen de comer y de beber todo lo que no sea estrictamente necesa-
        rio. De aquí que, al disminuir los humores en su organismo, desapare-
        ce de sus cuerpos  el lustre propio de la salud, palidecen sus labios,
        languidecen sus miembros todos, huye de sus ojos el sueño, velan con
        atención más viva, y así consiguen lo que se proponen, que es conver-
        sar con su Amado, y además encuentran en esas privaciones una ayuda
        que les facilita su objeto. Esta es la languidez de los cuerpos.
          3. °  El deseo ardiente.—Es un movimiento espiritual en dirección
        al encuentro del Amado [449]; y cuando el amado es de la misma for-
        ma que el amante, entonces consiste el deseo, además, en un movimien-
        to corpóreo, físico y sensible. Así que el amante encuentra a su amado,
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