Page 160 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
—Se alegrarán ustedes de saber que Lucy está mejor.
La pequeñuela todavía duerme. Miré en su cuarto y la vi, pero no
entré, para no perturbarla.
El profesor sonrió, y su mirada era alegre. Se frotó las
manos, y dijo:
—¡Ajá! Pensé que había diagnosticado bien el caso. Mi
tratamiento está dando buenos resultados.
A lo cual ella respondió:
—No debe usted llevarse todas las palmas solo, doctor.
El buen estado de Lucy esta mañana se debe en parte a mi la
bor.
—¿Qué quiere usted decir con eso, señora? —preguntó
el profesor.
—Bueno, estaba tan ansiosa acerca de la pobre criatura
por la noche, que fui a su cuarto. Dormía profundamente; tan
profundamente, que ni mi llegada la despertó. Pero el aire del
cuarto estaba terriblemente viciado. Por todos lados había mon
tones de esas flores horribles, malolientes, e incluso ella tenía un
montón alrededor del cuello. Temí que el pesado olor fuese de
masiado para mi querida criatura en su débil estado, por lo que
me las llevé y abrí un poquito la ventana para dejar entrar aire
fresco. Estoy segura de que la encontrarán mejor.
Se despidió de nosotros y se dirigió a su recámara don
de generalmente se desayunaba temprano. Mientras hablaba,
observé la cara del profesor y vi que se volvía gris como la ceni
za. Fue capaz de retenerse por autodominio mientras la pobre
dama estaba presente. Pues conocía su estado y el mal que le
produciría una impresión; de hecho, llegó hasta a sonreírse y le
sostuvo la puerta abierta para que ella entrara en su cuarto. Pero
en el instante en que ella desapareció me dio un tirón repentino
y fuerte, llevándome al comedor y cerrando la puerta tras él.
Allí, por primera vez en mi vida, vi a van Helsing abatido.
Se llevó las manos a la cabeza en una especie de muda deses
peración, y luego se dio puñetazos en las palmas de manera
impotente; por último, se sentó en una silla, y cubriéndose el
rostro con las manos comenzó a sollozar, con sollozos ruidosos,
secos, que parecían salir de su mismo corazón roto. Luego alzó
las manos otra vez, como si implorara a todo el universo.
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