Page 163 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         Después de muchas pesquisas y otras tantas negacio
                  nes, y usando repetidamente las palabras Gaceta de Pall Mall
                  como una especie de talismán, logré encontrar al guardián de la
                  sección del Jardín Zoológico en el cual se encuentra incluido el
                  departamento de lobos. Thomas Bilder vive en una de las caba
                  ñas detrás del recinto de los elefantes, y estaba a punto de sen
                  tarse a tomar el té cuando lo encontré. Thomas y su esposa son
                  gente hospitalaria, y sin niños, y si la muestra de hospitalidad de
                  que yo gocé es el término medio de su comportamiento, sus
                  vidas deben ser bastante agradables. El guardián no quiso en
                  trar en lo que llamó "negocios" hasta que hubimos terminado la
                  cena y todos estábamos satisfechos. Entonces, cuando la mesa
                  había sido limpiada, y él ya había encendido su pipa, dijo:

                         —Ahora, señor, ya puede adelantarse y preguntarme lo
                  que quiera. Perdonará que me haya negado a hablar de temas
                  profesionales antes de comer. Yo le doy a los lobos, a los chaca
                  les y a las hienas en todo nuestra sección su té antes de comen
                  zar a hacerles preguntas.
                         —¿Qué quiere usted decir con "antes de hacerles pre
                  guntas"? —inquirí deseando ponerlo en situación de hablar.
                         —Golpeándolos sobre la cabeza con un palo es una
                  manera; rascarles en las orejas es otra, cuando algún macho
                  quiere impresionar un poco a sus muchachas. A mí no me im
                  porta mucho el barullo, pegarles con un palo antes de meterles
                  su cena, pero espero, por así decirlo, a que se hayan tomado su
                  brandy y su café, antes de intentar rascarles las orejas. ¿Sabe
                  usted? —agregó filosóficamente —, hay bastante de la misma
                  naturaleza a nosotros que en esos animales. Aquí está usted,
                  viniendo y preguntando acerca de mi oficio, cuando no tenía yo
                  nada en la barriga. Mi primer intento fue despedirlo sin decirle
                  nada. Ni siquiera cuando usted me preguntó en forma medio
                  sarcástica si quisiera que usted le preguntara al superintendente
                  si usted podía hacerme algunas preguntas. Sin ofenderlo, ¿le
                  dije que se fuera al diablo?
                         —Sí, me lo dijo.
                         —Y cuando usted dijo que daría un informe sobre mí por
                  usar lenguaje obsceno, eso fue como si me golpeara sobre la
                  cabeza; pero me contuve: lo hice muy bien. Yo no iba a pelear,
                  así es que esperé por la comida e hice con mi escudilla como
                  hacen los lobos, los leones y los tigres. Pero, que Dios tenga
                  compasión de usted ahora que la vieja me ha metido un trozo de



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