Page 159 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker



                                            XI



                          El diario de Lucy Westenra



                                   de septiembre. ¡Qué buenos son todos con
                                   migo! Casi siento que quiero a ese adorable
                         12        doctor van Helsing. Me pregunto por qué
                                   estaba tan ansioso acerca de estas flores.
                                   Realmente me asustó. ¡Parecía tan serio! Sin
                  embargo, debe haber tenido razón, pues ya siento el alivio que
                  me llega de ellas. Por algún motivo, no temo estar sola esta
                  noche, y puedo acostarme a dormir sin temor. No me importará
                  el aleteo fuera de la ventana. ¡Oh, la terrible lucha que he tenido
                  contra el sueño tan a menudo últimamente!
                         ¡El dolor del insomnio o el dolor del miedo a dormirme, y
                  con los desconocidos horrores que tiene para mí! ¡Qué bendi
                  ción tienen esas personas cuyas vidas no tienen temores, ni
                  amenazas; para quienes el dormir es una dicha que llega cada
                  noche, y no les lleva sino dulces sueños! Bien, aquí estoy hoy,
                  esperando dormir, y haciendo como Ofelia en el drama: con
                  virgin crants and maiden strewments. ¡Nunca me gustó el ajo
                  antes de hoy, pero ahora lo siento admirable! Hay una gran paz
                  en su olor; siento que ya viene el sueño. Buenas noches, todo el
                  mundo.
                                  Del diario del doctor Seward

                         13 de septiembre. Pasé por el Berkeley y encontré a van
                  Helsing, como de costumbre, ya preparado para salir. El coche
                  ordenado por el hotel estaba esperando. El profesor tomó su
                  maletín, que ahora siempre lleva consigo.

                         Lo anotaré todo detalladamente. Van Helsing y yo lle
                  gamos a Hillingham a las ocho en punto. Era una mañana agra
                  dable; la brillante luz del sol y todo el fresco ambiente de la en
                  trada del otoño parecían ser la culminación del trabajo anual de
                  la naturaleza. Las hojas se estaban volviendo de todos los bellos
                  colores, pero todavía no habían comenzado a caer de los árbo
                  les. Cuando entramos encontramos a la señora Westenra sa
                  liendo del recibidor. Ella siempre se levanta temprano. Nos salu
                  dó cordialmente, y dijo:



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