Page 154 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
dad de él; y así, sin perder un momento, comenzamos la trans
fusión. Después de cierto tiempo (tampoco pareció ser tan corto,
pues el fluir de la propia sangre no importa con qué alegría se
vea, es una sensación terrible), van Helsing levantó un dedo en
advertencia:
—No se mueva —me dijo—, pues temo que al recobrar
las fuerzas ella despierte; y eso sería muy, muy peligroso. Pero
tendré precaución. Le aplicaré una inyección hipodérmica de
morfina.
Entonces procedió, veloz y seguramente, a efectuar su
proyecto. El efecto en Lucy no fue malo, pues el desmayo pare
ció transformarse sutilmente en un sueño narcótico. Fue con un
sentimiento de orgullo personal como pude ver un débil matiz de
color regresar lentamente a sus pálidas mejillas y labios. Ningún
hombre sabe, hasta que lo experimenta, lo que es sentir que su
propia sangre se transfiere a las venas de la mujer que ama.
El profesor me miraba críticamente.
—Eso es suficiente —dijo.
—¿Ya? —protesté yo—. Tomó usted bastante más de
Art.
A lo cual él sonrió con una especie de sonrisa triste, y
me respondió:
—Él es su novio, su fiancé. Usted tiene trabajo, mucho
trabajo que hacer por ella y por otros; y con lo que hemos puesto
es suficiente.
Cuando detuvimos la operación, él atendió a Lucy mien
tras yo aplicaba presión digital a mi propia herida. Me acosté,
mientras esperaba a que tuviera tiempo de atenderme, pues me
sentí débil y un poco mareado. Al cabo de un tiempo me vendó
la herida y me envió abajo para que bebiera un vaso de vino.
Cuando estaba saliendo del cuarto, vino detrás de mí y me susu
rró:
—Recuerde: nada debe decir de esto. Si nuestro joven
enamorado aparece inesperadamente, como la otra vez, ningu
na palabra a él. Por un lado lo asustaría, y además de eso lo
pondría celoso. No debe haber nada de eso, ¿verdad?
Cuando regresé, me examinó detenidamente, y dijo:
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