Page 187 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  de avaricia. Jonathan siente también otra cosa: dice que la gran
                  responsabilidad que recae sobre él lo pone nervioso. Empieza a
                  dudar de sí mismo. Yo trato de animarlo, y mi fe en él le ayuda a
                  tener fe en sí mismo. Pero es precisamente en esto como la
                  gran impresión que ha experimentado ejerce más en él. ¡Oh! Es
                  demasiado duro que una naturaleza tan dulce, simple, noble y
                  fuerte como la de él (una naturaleza que le posibilitó, con la ayu
                  da de nuestro amigo, elevarse desde simple empleado hasta el
                  puesto que hoy tiene) se encuentre tan dañada que haya desa
                  parecido la misma esencia de su fuerza. Perdóname, querida, si
                  te importuno con mis problemas en medio de tu propia felicidad;
                  pero, Lucy querida, yo debo hablar con alguien, pues el esfuerzo
                  que hago por mantener una apariencia alegre ante Jonathan me
                  cansa, y aquí no tengo a nadie en quien confiar. Temo llegar a
                  Londres, como debemos hacerlo pasado mañana, pues el pobre
                  señor Hawkins dejó dispuesto en su testamento que deseaba
                  ser enterrado en la tumba con su padre. Como no hay ningún
                  pariente, Jonathan tendrá que presidir los funerales. Trataré de
                  pasar un momento a verte, querida, aunque sólo sea unos minu
                  tos. Perdona nuevamente que te cause aflicciones. Con todas
                  las bendiciones, te quiere,
                         MINA HARKER"

                                  Del diario del doctor Seward

                         20 de septiembre. Sólo un gran esfuerzo de voluntad y la
                  costumbre me permiten hacer estas anotaciones hoy por la no
                  che. Me siento demasiado desgraciado, demasiado abatido,
                  demasiado hastiado del mundo y de todo lo que hay en él, in
                  cluida la vida misma, de tal manera que no me importaría escu
                  char en este mismo momento el aleteo de las alas del ángel de
                  la muerte. Y han estado aleteando esas tenebrosas alas última
                  mente por algún motivo: la madre de Lucy y el padre de Arthur, y
                  ahora...
                         Continuemos mi trabajo.

                         Relevé puntualmente a van Helsing en su guardia sobre
                  Lucy. Queríamos que Arthur también se fuese a descansar, pero
                  al principio se negó. Sólo accedió cuando le dije que lo necesita
                  ríamos durante el día para que nos ayudara, y que no debíamos
                  agotarnos todos al mismo tiempo porque Lucy podría sufrir las
                  consecuencias. Van Helsing fue muy amable con él.





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