Page 183 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
"Mi querida Lucy:
"Me parece que han pasado siglos desde que tuve noti
cias de ti, o más bien desde que te escribí. Sé que me perdona
rás por todas mis faltas cuando hayas leído las noticias que te
voy a dar. Bien, pues traje a mi marido de regreso en buenas
condiciones; cuando llegamos a Exéter nos estaba esperando
un carruaje, y en él, a pesar de tener un ataque de gota, el señor
Hawkins nos llevó a su casa, donde había habitaciones para
nosotros, todas arregladas y cómodas, y cenamos juntos. Des
pués de cenar, el señor Hawkins dijo:
"Queridos míos, quiero brindar por vuestra salud y pros
peridad, y que todas las bendiciones caigan sobre vosotros dos.
Os conozco desde niños, y he visto, con amor y orgullo, como
crecíais. Ahora deseo que hagáis vuestro hogar aquí conmigo.
Yo no dejo tras de mí ni descendientes ni hijos; todos se han ido,
y en mi testamento os instituyo herederos universales.
"Yo lloré, Lucy querida, mientras Jonathan y el anciano
señor Hawkins se estrechaban las manos. Tuvimos una velada
muy, muy feliz.
"Así es que aquí estamos, instalados en esta bella y an
tigua casa, y tanto desde mi dormitorio como desde la sala pue
do ver muy cerca los grandes olmos de la catedral, con sus fuer
tes troncos erectos contra las viejas piedras amarillas de la cate
dral, y puedo escuchar a las cornejas arriba graznando y coto
rreando, chismorreando a la manera de las cornejas... y de los
humanos. Estoy muy ocupada, y no necesito decírtelo, arreglan
do cosas y haciendo trabajos del hogar. Jonathan y el señor
Hawkins pasan ocupados todo el día; pues ahora que Jonathan
es su socio, el señor Hawkins quiere que sepa todo lo concer
niente a sus clientes.
"¿Cómo sigue tu querida madre? Yo desearía poder ir a
la ciudad durante uno o dos días para verte, querida, pero no me
atrevo a ir todavía, con tanto trabajo sobre mis espaldas; y Jo
nathan todavía necesita que lo cuiden. Está comenzando a cu
brir con carne sus huesos otra vez, pero estaba terriblemente
debilitado por la larga enfermedad; incluso ahora algunas veces
despierta sobresaltado de su sueño de una manera repentina, y
se pone a temblar hasta que logro, con mimos, que recobre su
placidez habitual. Sin embargo, gracias a Dios estas ocasiones
son cada vez menos frecuentes a medida que pasan los días, y
yo confío en que con el tiempo terminarán por desaparecer del
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