Page 181 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
—He ahí el problema. Van Helsing simplemente se pone
frenético acerca de ello, y yo estoy a punto de devanarme los
sesos. Ya no puedo ni aventurar una adivinanza. Ha habido una
serie de pequeñas circunstancias que han echado por tierra
todos nuestros cálculos para que Lucy sea vigilada adecuada
mente. Pero esto no ocurrirá otra vez. Nos quedaremos aquí
hasta que todo esté bien... o mal.
Quincey extendió su mano.
—Cuenten conmigo —dijo—. Tú y el holandés sólo tie
nen que decirme lo que haga, y yo lo haré.
Cuando Lucy despertó por la tarde, su primer movimien
to fue de palparse el pecho, y, para mi sorpresa, extrajo de él el
papel que van Helsing me había dado a leer.
El cuidadoso profesor lo había colocado otra vez en su
sitio, para evitar que al despertarse ella pudiera sentirse alarma
da. Sus ojos se dirigieron a van Helsing y a mí y se alegraron.
Entonces miró alrededor del cuarto y, viendo donde se encon
traba, tembló; dio un grito agudo y puso sus pobres y delgadas
manos sobre su pálido rostro. Ambos entendimos lo que signifi
caba (se había dado plena cuenta de la muerte de su madre),
por lo que tratamos de consolarla. No cabe la menor duda de
que nuestra conmiseración la tranquilizó un poco, pero de todas
maneras siguió muy desalentada y se quedó sollozando silen
ciosa y débilmente durante largo tiempo. Le dijimos que cual
quiera de nosotros dos, o ambos, permaneceríamos con ella
todo el tiempo, y eso pareció consolarla un poco. Hacia el atar
decer cayó en una especie de aturdimiento. Entonces ocurrió
algo muy extraño. Mientras todavía dormía sacó el papel de su
pecho y lo rompió en dos pedazos. Van Helsing se adelantó y le
quitó los pedazos de las manos.
De todas maneras, ella siguió con la intención de rom
per, como si todavía tuviese el material en los dedos; finalmente
levantó las manos y las abrió, como si esparciera los fragmen
tos. Van Helsing pareció sorprendido y sus cejas se unieron
como si pensara, pero no dijo nada.
19 de septiembre. Toda la noche pasada durmió preca
riamente, sintiendo siempre miedo de dormirse y aparentando
estar un poco más débil cada vez que despertaba. El profesor y
yo nos turnamos en la vigilancia, y no la dejamos ni un solo mo
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