Page 182 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  mento sin atender. Quincey Morris no dijo nada acerca de su
                  intención, pero yo sé que toda la noche se estuvo paseando
                  alrededor de la casa.
                         Cuando llegó el día, su esclarecedora luz mostró los es
                  tragos en la fortaleza de la pobre Lucy. Apenas si era capaz de
                  volver su cabeza, y los pocos alimentos que pudo tomar parecie
                  ron no hacer ningún provecho. Por ratos durmió, y tanto van
                  Helsing como yo anotamos la diferencia en ella, mientras dormía
                  y mientras estaba despierta.

                         Mientras dormía se veía más fuerte, aunque más trasno
                  chada, y su respiración era más suave; su abierta boca mostra
                  balas pálidas encías retiradas de los dientes, que de esta mane
                  ra positivamente se veían más largos y agudos que de costum
                  bre; al despertarse, la suavidad de sus ojos cambiaba evidente
                  mente la expresión, pues se veía más parecida a sí misma, aun
                  que agonizando. Por la tarde preguntó por Arthur, y nosotros le
                  telegrafiamos. Quincey fue a la estación a encontrarlo.
                         Cuando llegó ya eran cerca de las seis de la tarde y el
                  sol se estaba ocultando con todo esplendor y colorido, y la luz
                  roja fluía a través de la ventana y le daba más color a las pálidas
                  mejillas. Al verla, Arthur simplemente se ahogó de emoción, y
                  ninguno de nosotros pudo hablar. En las horas que habían pa
                  sado, los períodos de sueño, o la condición comatosa que simu
                  laba serlo, se habían hecho más frecuentes, de tal manera que
                  las pausas durante las cuales la conversación era posible se
                  habían reducido. Sin embargo, la presencia de Arthur pareció
                  actuar como un estimulante; se reanimó un poco y habló con él
                  máslúcidamente de lo que lo había hecho desde nuestra llega
                  da. Él también se dominó y habló tan alegremente como pudo,
                  de tal manera que se hizo lo mejor.

                         Va a dar la una de la mañana, y él y van Helsing están
                  sentados con ella. Yo los relevaré dentro de un cuarto de hora, y
                  estoy consignando esto en el fonógrafo de Lucy.

                         Tratarán de descansar hasta las seis. Temo que mañana
                  se termine nuestra vigilancia, pues la impresión ha sido dema
                  siado grande; la pobre chiquilla no se puede reanimar.
                         Dios nos ayude a todos.
                        Carta de Mina Harker a Lucy Westenra (sin abrir)

                         17 de septiembre



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