Page 177 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         —¿Qué vamos a hacer ahora? ¿A quién podemos recu
                  rrir? Debemos hacer otra transfusión de sangre, y eso con pron
                  titud, o la vida de esa pobre muchacha no va a durar una hora.
                  Usted ya está agotado; yo estoy agotado también. Yo temo con
                  fiar en esas mujeres, aun cuando tuviesen el valor de someterse.
                  ¿Qué debemos hacer por alguien que desee abrir sus venas por
                  ella?
                         —Bien, entonces, ¿qué pasa conmigo?
                         La voz llegó desde el sofá al otro lado del cuarto, y sus
                  tonos llevaron aliento y alegría a mi corazón, pues eran los de
                  Quincey Morris. Van Helsing lo miró enojado al primer sonido,
                  pero su rostro se suavizó y una mirada alegre le asomó por los
                  ojos cuando yo grité: "¡Quincey Morris!", y corrí hacia él con los
                  brazos extendidos.
                         —¿Qué te trajo aquí? —le pregunté, al estrecharnos las
                  manos.
                         —Supongo que la causa es Art.

                         Me entregó un telegrama:
                         "No he tenido noticias de Seward durante tres días, y es
                  toy terriblemente ansioso. No puedo ir. Mi padre en el mismo
                  estado. Envíame noticias del estado de Lucy. No tardes.
                  HOLMWOOD ."
                         —Creo que he llegado apenas a tiempo. Sabes que sólo
                  tienes que decirme qué debo hacer.
                         Van Helsing dio unos pasos hacia adelante y tomó su
                  mano, mirándolo fijamente a los ojos mientras le decía:

                         —La mejor cosa que hay en este mundo cuando una
                  mujer está en peligro, es la sangre de un hombre valiente. Usted
                  es un hombre, y no hay duda. Bien, el diablo puede trabajar
                  contra nosotros haciendo todos sus esfuerzos, pero Dios nos
                  envía hombres cuando los necesitamos.
                         Una vez más tuvimos que efectuar la horrenda opera
                  ción. No tengo valor para describirla nuevamente en detalle.
                  Lucy estaba terriblemente débil, y la debilidad la había afectado
                  más que las otras veces, pues aunque bastante sangre penetró
                  en sus venas, su cuerpo no respondió al tratamiento tan rápida
                  mente como en otras ocasiones.





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