Page 191 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
Y luego, se situó entre los dos como un león acorralado.
Arthur estaba tan sorprendido que por un momento no encontró
qué hacer ni qué decir; y antes de que ningún impulso de violen
cia pudiera apoderarse de él, se dio cuenta del lugar y de las
circunstancias y se quedó en silencio, esperando.
Yo mantuve los ojos fijos en Lucy, lo mismo que van
Helsing, y vimos un espasmo de ira pasar rápidamente como
una sombra por su rostro; los agudos dientes se cerraron de
golpe. Luego sus ojos se cerraron y ella respiró pesadamente.
Al poco tiempo sus ojos se abrieron con toda su suavi
dad, y extendiendo su pobre mano pálida y delgada, tomó la
pesada y oscura mano de van Helsing; acercándosela, la besó.
—Mi verdadero amigo —dijo ella, en una débil voz pero
con un acento doloroso indescriptible—. ¡Mi verdadero amigo, y
amigo de él! ¡Oh, protéjalo, y deme paz a mí!
—¡Lo juro! —dijo él solemnemente, arrodillándose al la
do de ella y sosteniendo su mano, como alguien que presta ju
ramento. Luego se volvió a Arthur y le dijo—: Venga, hijo, tome
la mano de ella entre las suyas, y bésela en la frente, y sólo una
vez.
Se unieron sus ojos en vez de sus labios; y así se despi
dieron.
Los ojos de Lucy se cerraron; y van Helsing, que había
estado observando desde cerca, tomó del brazo a Arthur y lo
alejó del lecho.
Luego la respiración de Lucy se volvió estertórea una
vez más, y repentinamente cesó del todo.
—Ya todo terminó —dijo van Helsing ¡Está muerta!
Tomé a Arthur del brazo y lo conduje a la sala, donde se
sentó y se cubrió la cara con las manos, sollozando como un
chiquillo.
Regresé al cuarto y encontré a van Helsing mirando ala
pobre Lucy, y su rostro estaba más serio que nunca. El cuerpo
de ella había cambiado algo. La muerte le había regresado parte
de su belleza, pues sus cejas y mejillas habían recobrado algo
de sus suaves líneas; hasta los labios habían perdido su mortal
palidez. Era como si la sangre, innecesaria ya para el funciona
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