Page 196 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  ni la ciencia, ni el conocimiento humano), ¿por qué debemos
                  hacerlo? Tal cosa es monstruosa.
                         Por toda respuesta, él puso la mano sobre mi hombro, y
                  dijo después, con infinita ternura:

                         —Amigo John, me compadezco de su pobre corazón
                  sangrante; y lo quiero más porque sangra de esa manera. Si
                  pudiera, yo mismo tomaría la carga que usted lleva. Pero hay
                  cosas que usted ignora, y que sin embargo conocerá, y me ben
                  decirá por saberlas, aunque no son cosas agradables. John, hijo
                  mío, usted ha sido amigo mío desde hace muchos años, pero,
                  ¿supo usted que alguna vez yo hiciera alguna cosa sin una bue
                  na razón? Puedo equivocarme, sólo soy un hombre: pero creo
                  en todo lo que hago. ¿No fue por esto por lo que usted envió por
                  mí cuando se presentó el gran problema? ¡Sí! ¿No estaba usted
                  asombrado, más bien horrorizado, cuando yo no permití que
                  Arthur besara a su amada, a pesar de que ella se estaba mu
                  riendo, y lo arrastré con todas mis fuerzas? ¡Sí! Sin embargo,
                  usted vio como ella me agradeció, con sus bellos ojos moribun
                  dos, su voz también tan débil, y besó mi ruda y vieja mano y me
                  bendijo. ¿Y no me oyó usted hacer una promesa a ella para que
                  así cerrara agradecida los ojos? ¡Sí!
                         "Bien, ahora tengo una buena razón para todo lo que
                  quiero hacer. Muchos años usted ha confiado en mí; en las se
                  manas pasadas usted ha creído en mí, cuando ha habido cosas
                  tan extrañas que bien hubiera podido dudar. Confíe en mí toda
                  vía un poco más, amigo John. Si no confía en mí, entonces debo
                  decir lo que pienso; y eso tal vez no esté bien. Y si yo trabajo,
                  como trabajaré, no importa la confianza ni la desconfianza, sin la
                  confianza de mi amigo en mí, trabajo con el corazón pesado, y
                  siento, ¡oh!, que estoy solo cuando deseo toda la ayuda y el
                  valor que puede haber hizo una pausa un momento, y continuó
                  solemnemente—: Amigo John, ante nosotros hay días extraños
                  y terribles. Seamos no dos, sino uno, para poder trabajar con
                  éxito. ¿Tendrá usted fe en mí?"
                         Tomé su mano y se lo prometí. Mientras él se alejaba,
                  mantuve mi puerta abierta y lo observé entrar en su cuarto y
                  cerrar la puerta. Mientras estaba sin moverme, vi a una de las
                  sirvientas pasar silenciosamente a lo largo del corredor (iba de
                  espaldas a mí, por lo que no me vio) y entrar en el cuarto donde
                  yacía Lucy. Esto me impresionó. ¡La devoción es tan rara, y nos
                  sentimos tan agradecidos para con aquellos que la demuestran
                  hacia nuestros seres queridos sin que nosotros se lo pidamos...!



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