Page 194 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         Al hablar sacó de su libreta de bolsillo el memorando
                  que había estado en el pecho de Lucy, y que ella había roto
                  mientras dormía.
                         —Cuando usted descubra algo del abogado de la difunta
                  señora Westenra, selle todos sus papeles y escríbale hoy por la
                  noche. Yo, por mi parte, vigilaré aquí en el cuarto y en el viejo
                  cuarto de la señorita Lucy toda la noche, y yo mismo buscaré por
                  lo que sea. No es bueno que sus pensamientos más íntimos
                  vayan a manos de gente extraña.
                         Yo me dediqué a mi parte del trabajo, y a la media hora
                  había encontrado el nombre y la dirección del abogado de la
                  señora Westenra, y le había escrito. Todos los papeles de la
                  pobre dama estaban en orden; se daban en ellos órdenes explí
                  citas respecto al lugar del entierro. No había terminado de sellar
                  la carta cuando, para mi sorpresa, van Helsing entró en el cuar
                  to, diciendo:

                         —¿Puedo ayudarle, amigo John? Estoy libre, y si me lo
                  permite colaboraré con usted.
                         —¿Encontró lo que buscaba? —le pregunté, a lo cual él
                  respondió:
                         —No busqué ninguna cosa específica. Sólo esperaba
                  encontrar, y he encontrado algunas cartas y unas cuantas notas,
                  y un diario recientemente comenzado. Pero los tengo aquí, y por
                  el momento no diremos nada de ellos. Yo veré al pobre mucha
                  cho mañana por la noche, y, con su anuencia, utilizaré estos
                  documentos.
                         Cuando terminamos el trabajo que teníamos entre ma
                  nos, me dijo:
                         —Y ahora, amigo John, creo que podemos ir a la cama.
                  Queremos dormir, tanto usted como yo, y descansar para recu
                  perarnos. Mañana tendremos ambos mucho que hacer, pero por
                  la noche de hoy no hay necesidad de nosotros.
                         Antes de retirarnos fuimos a ver a la pobre Lucy. El em
                  presario de pompas fúnebres había hecho un trabajo induda
                  blemente bueno, pues el cuarto se había transformado en una
                  pequeña chapelle ardente. Había una multitud de bellas flores
                  blancas, y la muerte había sido hecha lo menos repulsiva posi
                  ble. El extremo del sudario estaba colocado sobre su cara;
                  cuando el profesor se inclinó y lo retiró suavemente hacia atrás,




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