Page 214 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  ¡Pobre, pobre querido Jonathan! ¡Cómo debe haber sufrido!
                  Quiera Dios que todo esto no lo vuelva a intranquilizar. Yo trata
                  ré de salvarlo de ello, pero incluso puede ser un consuelo o ayu
                  da para él, aunque sea muy terrible y horroroso en sus conse
                  cuencias, el saber con certeza que sus ojos, sus oídos y su ce
                  rebro no lo engañaron, y que todo es realidad.
                         Puede ser que sea la duda la que lo inquiete; que cuan
                  do la duda termine, independientemente de la verdad, vigilia o
                  sueño, estará más satisfecho y más capaz de soportar la impre
                  sión. El doctor van Helsing debe ser un hombre bueno y además
                  inteligente, si es amigo de Arthur y del doctor Seward, y si ellos
                  lo trajeron de Holanda sólo para que cuidara a Lucy. Tengo la
                  impresión, después de haberlo visto, de que es bueno, amable y
                  noble. Cuando regrese mañana, le preguntaré acerca de Jonat
                  han; y entonces, ojalá que toda esta tristeza y ansiedad nos
                  conduzca a un desenlace feliz. Yo solía pensar que me gustaban
                  las entrevistas; el amigo de Jonathan en Las Noticias de Exéter
                  le dijo que la memoria era todo en un trabajo como ese; que uno
                  debe ser capaz de escribir exactamente casi todas las palabras
                  que se dicen, aunque posteriormente se tenga que refinar algo.
                  Esta fue una entrevista rara; trataré de registrarla verbatim.
                         Eran las dos y media de la tarde cuando llamaron a la
                  puerta. Hice de tripas corazón, y esperé. Poco después Mary
                  abrió la puerta y anunció: "El doctor van Helsing."
                         Me puse en pie e hice una inclinación de cabeza y él se
                  acercó a mí; es un hombre de peso medio, fornido, de hombros
                  echados hacia atrás, pecho amplio y profundo y el cuello bien
                  asentado sobre el tronco tal como la cabeza sobre el cuello. Su
                  cabeza me impresionó inmediatamente como indicativa de fuer
                  za de pensamiento e inteligencia; la cabeza es noble, de regular
                  tamaño, amplia, y ancha detrás de las orejas.

                         El rostro, afeitado, muestra un mentón duro y cuadrado,
                  una boca larga, resuelta e inquieta, una nariz de tamaño regular,
                  más bien recta, pero con ventanas muy sensibles, que parecen
                  dilatarse a medida que caen las espesas cejas y que se aprieta
                  la boca. La frente es amplia y fina, levantándose al principio casi
                  recta y luego echándose hacia atrás sobre dos protuberancias
                  muy separadas; es una frente en la que el pelo rojizo no puede
                  caer sobre ella, sino que naturalmente cae hacia atrás o hacia
                  los lados. Los ojos azul oscuro están muy separados, y son rápi
                  dos y tiernos o serios, según el estado de ánimo del hombre. Me
                  dijo:



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