Page 261 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         Para mi sorpresa, respondió, con una expresión de pro
                  fundo horror en sus facciones:
                         —¿Quiere que le hable de su muerte? ¡Por nada del
                  mundo!

                         —¿Por qué no? —pregunté, mientras un sentimiento te
                  rrible se iba apoderando de mí.
                         El doctor hizo nuevamente una pausa y pude ver que es
                  taba tratando de buscar una excusa. Finalmente, balbuceó:
                         —¿Ve usted? No sé como retirar todo lo particular que
                  contiene el diario.

                         Mientras hablaba se le ocurrió una idea, y dijo, con una
                  simplicidad llena de inconsciencia, en un tono de voz diferente y
                  con el candor de un niño:

                         —Esa es la verdad, le doy mi palabra de ello. ¡Sobre mi
                  honor de indio honrado!
                         No pude menos de sonreír y el doctor hizo una mueca.
                         —¡Esta vez me he traicionado! —dijo—. Pero, ¿sabe us
                  ted que aún cuando hace ya varios meses que mantengo al día
                  el diario, nunca me preocupé de cómo podría encontrar cual
                  quier parte en especial de él que deseara examinar?
                         Pero esta vez me convencí de que el diario del doctor
                  que asistió a Lucy tendría algo que añadir a nuestra suma de
                  conocimientos sobre el terrible ser, y dije llanamente:
                         —Entonces, doctor Seward, lo mejor será que me deje
                  que le haga una copia en mi máquina de escribir.

                         Se puso intensamente pálido, al tiempo que me decía:
                         —¡No! ¡No! ¡No! ¡Por nada en el mundo dejaré que us
                  ted conozca esa terrible historia!
                         Por consiguiente, era terrible. ¡Mi intuición no me había
                  engañado! Por unos instantes estuve pensando, y mientras mis
                  ojos examinaban cuidadosamente la habitación, buscando algo
                  o alguna oportunidad que pudiera ayudarme, vi un montón de
                  papeles escritos a máquina sobre su mesa. Los ojos del doctor
                  se fijaron en los míos, e involuntariamente, siguió la dirección de
                  mi mirada. Al ver los papeles, comprendió qué era lo que estaba
                  pensando.





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