Page 263 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  lágrimas procuran me había sido negado, y entonces, el ver
                  aquellos ojos de mirada dulce, que habían estado llenos de lá
                  grimas, me impresionó. Por consiguiente, le dije con toda la
                  amabilidad que pude:
                         —Me temo que mi diario la ha desconsolado.
                         —¡Oh, no! No estoy desconsolada —replicó—; pero me
                  han emocionado más de lo que puedo decir sus lamentaciones.
                  Es una máquina maravillosa, pero cruelmente verdadera. Me
                  hizo escuchar, en el tono exacto, las angustias de su corazón.
                  Era como un alma que se dirige a Dios Todopoderoso. ¡Nadie
                  debe volver a escribir nunca eso! He tratado de serle útil. He
                  copiado sus palabras en mi máquina de escribir y nadie más
                  necesita oír ahora los latidos de su corazón, como lo he hecho
                  yo.
                         —Nadie necesita saberlo nunca, ni lo sabrá —le dije, en
                  tono muy bajo.
                         Ella colocó su mano sobre las mías y me dijo con grave
                  dad:
                         —¡Deben conocerlo!
                         —¡Deben! ¿Por qué? —preguntó.
                         —Porque es una parte de la terrible historia, una parte
                  de la muerte de la pobre y querida Lucy y de las causas que la
                  provocaron; porque en la lucha que nos espera, para librar a la
                  tierra de ese terrible monstruo, debemos adquirir todos los cono
                  cimientos y toda la ayuda que es posible obtener. Creo que los
                  cilindros que me confió contienen más de lo que usted deseaba
                  que yo conociera; pero he visto que en ese registro hay muchos
                  indicios para la solución de este negro misterio. ¿No va a dejar
                  me usted que le ayude? Conozco todo hasta cierto punto; y
                  comprendo ya, aunque su diario me condujo sólo hasta el siete
                  de septiembre, cómo estaba siendo acosada la pobre Lucy y
                  cómo se iba desarrollando su terrible destino. Jonathan y yo
                  hemos estado trabajando día y noche desde que el profesor van
                  Helsing estuvo con nosotros. Mi esposo ha ido a Whitby a con
                  seguir más información y llegará aquí mañana, para tratar de
                  ayudarnos a todos. No debemos tener secretos entre nosotros;
                  trabajando juntos y con entera confianza podremos ser, con toda
                  seguridad, más útiles y efectivos que si alguno de nosotros está
                  sumido en la oscuridad.





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