Page 273 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
Luego, viendo mis ojos enrojecidos, siguió diciendo:
—¡Ah! Ya veo que lo ha estado usted consolando. ¡Po
bre amigo mío! Eso es lo que necesita. Nadie que no sea una
mujer puede consolar a un hombre cuando tiene el corazón des
trozado, y él no tiene a ninguna...
Enterró su propio dolor con tanta entereza que mi cora
zón sangró por él. Vi que tenía el manuscrito en la mano y sabía
que en cuanto lo leyera se daría cuenta de cuanto sabía; por
consiguiente, le dije:
—Desearía poder consolar a todos los que sufren pro
fundamente. ¿Quiere usted ser mi amigo y venir a mí si necesita
consuelo? Más tarde comprenderá usted de qué le estoy ha
blando.
Vio que se lo decía con sinceridad y, haciéndome una
reverencia, me tomó la mano, se la llevó a los labios y la besó.
Parecía ser un consuelo demasiado pobre para un alma tan
valerosa y desinteresada. Entonces, impulsivamente, me incliné
y lo besé.
Sus ojos se le llenaron de lágrimas y se le hizo un nudo
en la garganta. Luego, dijo, en tono tranquilo:
—¡Pequeña, nunca olvidará usted esa bondad sincera,
en toda su vida!
Luego, se dirigió hacia el estudio, donde se encontraba
su amigo.
—¡Pequeña!
La misma palabra con que se había referido a Lucy.
¡Pero demostró ser un amigo!.
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