Page 311 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         La ortografía con que estaba escrita la carta me volvió a
                  engañar.
                         Una propina de media corona puso los conocimientos
                  del alguacil a mi disposición y supe que el señor Bloxam había
                  dormido en la casa Corcaran, para que se difuminaran los vapo
                  res de la cerveza que había tomado la noche anterior, pero que
                  se había ido a su trabajo en Poplar a las cinco de la mañana. No
                  pudo indicarme donde se encontraba el lugar exacto en que
                  trabajaba, pero tenía una vaga idea de que se trataba de algún
                  almacén nuevo y con ese indicio tan sumamente ligero me puse
                  en camino hacia Poplar. Eran ya las doce antes de que lograra
                  indicaciones sobre un edificio similar y fue en un café donde me
                  dieron los datos. En el salón había varias mujeres comiendo.
                  Una de ellas me dijo que estaban construyendo en Cross Angel
                  Street un edificio nuevo de "almacenes refrigerados", y puesto
                  que se apegaba a la descripción del alguacil, me dirigí inmedia
                  tamente hacia allá. Una entrevista con un guardián bastante
                  hosco y con un capataz todavía más malhumorado que el guar
                  da, cuyo humor hice que mejorara un poco con la ayuda de unas
                  monedas, me puso sobre la pista de Bloxam; mandaron a bus
                  carlo cuando sugerí que estaba dispuesto a pagarle al capataz
                  su sueldo del día íntegro por el privilegio de hacerle unas cuan
                  tas preguntas sobre un asunto privado. Era un tipo bastante
                  inteligente, aunque de maneras y hablar un tanto bruscos.
                         Cuando le prometí pagarle por sus informes y le di un
                  adelanto, me dijo que había hecho dos viajes entre Carfax y una
                  casa de Piccadilly y que había llevado de la primera dirección a
                  la última nueve grandes cajas, "muy pesadas", con una carreta y
                  un caballo que había alquilado para el trabajo. Le pregunté si
                  podría indicarme el número de la casa de Piccadilly, a lo cual
                  replicó:
                         —Bueno, señor, me he olvidado del número, pero esta
                  ba a unas cuantas puertas de una gran iglesia blanca, o algo
                  semejante, que no hace mucho que ha sido construida. Era una
                  vieja casona cubierta de polvo, aunque no tan llena de polvo
                  como la casa de la que saqué las cajas.
                         —¿Cómo logró usted entrar, si estaban desocupadas las
                  dos casas?
                         —Me estaba esperando el viejo que me contrató en la
                  casa de Purfleet. Me ayudó a levantar las cajas y a colocarlas en
                  la carreta. Me insultó, pero era el tipo más fuerte que he visto.



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